Pareciera que el Real Madrid C.F. se ha apropiado del entusiasmo a lo largo de la historia del fútbol de clubes. La palabra “entusiasmo” proviene del griego y significa estar lleno de Dios o de un estado de fuerza divina. Los hinchas merengues, con corazones palpitantes de pasión, afirman que Dios es madridista. Esta figura retórica hiperbólica, con su toque de exageración deliberada, celebra la grandeza y el éxito casi mítico de su club. Dominio histórico, remontadas épicas, un aura de grandeza y un campo de estrellas legendarias como Ronaldo Nazario, Zinedine Zidane y Cristiano Ronaldo, tejen la narrativa de un club único y universal.
El pasado sábado 1 de junio, el Real Madrid conquistó su decimoquinta Copa de Europa en el mítico estadio de Wembley, tras vencer por 2-0 al Borussia Dortmund. La cantidad de Copas de Europa de los merengues supera a las acumuladas históricamente por todos los demás clubes que la han conseguido. Como si fuera poco y el entusiasmo no fuese suficiente, el Madrid dio la noticia del mercado de fichajes más esperada de los últimos siete años: Kylian Mbappé. La superestrella francesa llegará a Chamartín y será parte de la nueva “Era Galáctica” junto al brasileño Vinicius Jr.
Florentino Pérez, la mente maestra detrás de la gestión deportiva más revolucionaria de este siglo, orquesta el entorno deportivo, político y económico del club con una destreza sin igual. En 2021, Pérez manifestó que la única forma de “salvar” al fútbol de su monopolización era a través de la creación de una Superliga. Ese anuncio estalló entre la afición del fútbol mundial y, aunque no se cristalizó, dejó una marca indeleble. Irónicamente, Florentino, el personaje antitético para la UEFA, se convierte en el presidente con más títulos en la historia de la competición. Por lo pronto, el formato de la Champions League cambiará a partir de este año, con un sistema de clasificación que apunta a ser más atractivo, potenciar la incertidumbre del resultado y mantener el interés del aficionado.
De vez en cuando, el estadio se olvida de que es de cemento y se desprende de la tierra, llevando al hincha al aire. El entusiasmo del madridista no está solo en los títulos que el club ha conseguido, sino en sus victorias épicas y gestas milagrosas. Cada vez que la pelota sacude la red puede parecer misterio o locura, pero hay que tener en cuenta que el milagro se da tanto en la devoción que le tienen muchos creyentes como en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales.