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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

Entre la libertad y la liberación

25 de agosto de 2022

La libertad, idea propia del Mediterráneo antiguo (500 a.C.) recobró fuerza tras un largo sueño medieval, cuando se reactualizó la doctrina de los derechos naturales (S.XVIII). No fueron las personas comunes, sino filósofos quienes argumentaron que cada humano nacía con un derecho divino. ¿Qué era la libertad?, una condición contraria a la de esclavo, que permitía la potestad deliberativa en comunidad. En cambio, en la época moderna, la libertad significó potestad sobre el cuerpo, se trataba de una ideología individualista. En general se ha construido un mundo que protege aquí y allá las libertades. Sin embargo, la consagración de la libertad individual, cierra cada vez más la posibilidad de la liberación. ¿Por qué?

Cuando la libertad individual se encajó en el sistema global capitalista, que tiene como designio convertir a los individuos en consumidores para aumentar el capital, la liberación se convirtió progresivamente en un imposible. La vida de cada individuo se condicionó a la cárcel del consumo y del placer corporal. Con el fin de que funcionen como consumidores y operadores, se impuso la educación instrumental, incluso por regímenes de izquierda, para la programación de individuos tecnológico, operativo y enajenado. Para el propósito, en complicidad con el mercado y la tecnología digital, lo primero que se ha hecho es acechar al lenguaje: menos palabras, menos capacidad de pensamiento complejo. Libertad de expresión sí, pero con lenguaje instrumental. El homo-consumus no experimenta la libertad de la creación, la libertad del pensamiento y debate crítico, la libertad de la palabra para nombrar la naturaleza o las cosas del espíritu, el éxtasis de la contemplación de la belleza, la fiesta social, el gozo de la reciprocidad, el amor, la filosofía, ni ninguno de aquellos estados que viven fuera del mercado. Por supuesto, el mercado nos engaña diciendo que todas esas cosas están en las perchas.

La única forma de ser libre, luego de estar físicamente sano, es dominando y desarrollando el lenguaje, el recurso indispensable para pensar de manera compleja. Si constituyéramos conjuntos pensantes, abriríamos el camino para la liberación y en condición superior, enfrentaríamos el gran desafío de encontrar la salida para refundarnos como especie social y política de la naturaleza. Algún día la otra libertad, será sólo un recuerdo.

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