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El Telégrafo
Guido Calderón

Entre el Tungurahua y el Cotopaxi

23 de agosto de 2015

El climbing a las altas cumbres es un deporte de largo aliento. Todo andinista o alpinista tiene en su planificación ascender tal o cual montaña. Así empezó el turismo internacional en Baños. Llegaron hace 25 años unos extranjeros a coronar el Tungurahua y solicitaron el apoyo de unos muchachos locales como guías y porteadores. Al regresar a su país, para los extranjeros les era más barato regalar los costosos y pesados equipos de andinismo que pagar su boleto de avión.

Con equipos y guías se empezó a ofertar las ascensiones al Tungurahua y esa fue la primera fuente de divisas en Baños por años, que se complementó con excursiones a la selva. Luego algún extranjero trajo un kayak para explorar nuestros bravos ríos y fuimos los primeros en el país en tener un bote de rafting de alquiler. Así la ciudad se convirtió en destino de extranjeros que siguieron aportando tecnologías y raros equipos que permitieron ofrecer el canyoning o descenso de nuestras abundantes cascadas; el jumping vino a continuación, y lo que sí es invento propio son las tarabitas sobre el caudaloso rio Pastaza, que de uso comunitario se transformaron en actividad turística muy solicitada.

La erupción del Tungurahua significó una fuerte caída de los ingresos a la ciudad de Baños, por evacuaciones y desinformación, pero más por la prohibición de ascender, lo que está pasando a una centena de turoperadoras que con los ingresos al Parque Nacional Cotopaxi alimentaban a hoteles, restaurantes, transportistas, guías, traductores y demás.

Hace dos años los guías de montaña ya preveían la reactivación del volcán activo más alto del mundo -lo que ha sucedido- y con la escuela aprendida del Tungurahua, los organismos básicos están manejando el tema con más calma y eficiencia que lo actuado en Baños, donde el sensacionalismo y la inexperiencia transformó un proceso eruptivo en una crisis mediática que destrozó la economía de la ciudad y de sus zonas de influencia turística. Acá las turoperadoras no solo abarcan el centro del país, sino gran parte de la Amazonía.

Al manejo informativo y preventivo del Cotopaxi debemos sumar voceros discretos del Instituto Geofísico que manejan las variables sociales del nuevo fenómeno volcánico, lo que no hizo su anterior director, el ingeniero Hugo Yépez, que se autodenominaba vulcanólogo y a la primera fumarola del Tungurahua iniciaba un periplo de un set de televisión a otro, con un lenguaje entre técnico y profético que causaba pánico y no tranquilidad.

Las afectaciones de este proceso eruptivo van más allá de turistas impedidos de ascender por varios años que son apenas unos segundos en la vida del volcán; la plusvalía de muchos sectores caerá, se tornará difícil comercializar nuevas urbanizaciones, el sector ganadero será literalmente asaltado por los comerciantes, los agricultores perderán cosechas. En lo ambiental, muchas especies migrarán del Parque Nacional y algunas desaparecerán. Latacunga y otras urbes serán afectadas por el cierre del flujo turístico hasta que su gente aprenda a convivir con el fenómeno, tal como lo hemos hecho en Baños, donde la población está capacitada y logramos convertir las erupciones en atracciones. (O)

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