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El Telégrafo
Xavier Zavala Egas

Columnista invitado

En la resaca

25 de abril de 2017

Luego del intenso proceso electoral vivido o sufrido por los ecuatorianos ingresamos a la resaca, período reflexivo en el que se revisa lo pasado y se obtienen conclusiones.

Pues bien, pocas veces he observado unas elecciones tan violentas, con tanta carga de emociones como estas. Dicen algunos que se la percibió así por la utilización de las redes sociales como mecanismos de comunicación, lo que, siendo cierto, en tal caso sirvieron para que, escondidos en el anonimato, como en el Twitter, o encerrados en un círculo de contertulios, como los chats, muchos hayan dado rienda suelta a sus más bajas pasiones, arrasando con el honor de la víctima de turno o distorsionando la verdad a mansalva.

Y sí, creo que existe animadversión hacia el régimen, es explicable. Si este proyecto político ha tenido un norte es el de procurar la igualdad o equidad social entre los ecuatorianos, por supuesto, con aciertos y errores. Se ha buscado la creación de oportunidades de superación por un lado y, por el otro, el pleno ejercicio de los derechos ciudadanos en beneficio de aquellos deprimidos social y económicamente. En tal escenario, si igualar significa ceder y adquirir, es evidente que unos pierden y otros ganan.

Aquellos que pierden, lamentablemente, lejos de algún espíritu de solidaridad y más lejos aún de entender la filosofía y el concepto de Estado, no se resignan, buscan alternativas e, íntimamente, guardan un rencor profundo por la pérdida de privilegios. Todo lo dicho, alimentado de forma interesada con fantasmas y dichos al viento sin sustento alguno, forjando temores y abusando de la ingenuidad de los ecuatorianos.

En este contexto, las tensiones sociales se exaltaron y no encontraron un mediador que, al menos, las modere. Estábamos acostumbrados a que tal rol lo cumpla la prensa, pero, estando de moda el denominado periodismo militante, los medios izaron su bandera y se ubicaron electoralmente. En tal virtud, sin un amortiguador o filtro que mitigue las enconadas posiciones, estas se expresaron a discreción. No discrepo con la idea de que los comunicadores, empresarial o personalmente, tengan una posición editorial, una opinión; pero, so pretexto de lo anterior, no puede darse la manipulación o distorsión de la noticia. O sea, una cosa es la libertad de expresión (opinión) y otra la de información (hechos), la primera con responsabilidad y la segunda con regulaciones.

Finalmente, en su momento se planteó el tema de la legitimidad y legalidad, queriendo confrontar lo justo con lo legal a propósito de los resultados electorales y su cuestionamiento. La legitimidad política surge cuando se acatan las normas y procedimientos para ordenar en el entorno social. Lo contrario es desconocer esta y no aceptar su mandato. El órgano que debe conducir los procesos electorales en Ecuador es el Consejo Nacional Electoral, el mismo que lo realizó con absoluta legalidad y transparencia en sus dos vueltas; sin embargo, lo curioso es que todos los sujetos políticos aceptaron los resultados en la primera sin cuestionamiento alguno, mas no en la segunda, en la que el perdedor sigue cuestionándolos por su ilegitimidad sin razón alguna. Tanto más que siempre tuvo la opción de ejercer los recursos que la ley franquea para corregir supuestos entuertos electorales, pero con un mínimo de fundamento legal. (O)

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