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El Telégrafo
Sebastián Endara

En defensa de Cantuña

09 de abril de 2018

Desde una perspectiva crítica a los imaginarios y las formas de ver el mundo impuestas por la colonización eurocéntrica, la figura de Cantuña aparece como una revelación. Hablamos del mismo personaje que logró burlarse del mismo Diablo (el reverso más hostil de la ideología de la dominación) para subvertir en esta hazaña, los dispositivos legitimadores de un sistema de sometimiento y explotación anclado esencialmente en el ámbito de lo simbólico y cultural.

A través del ejercicio de la astucia y en rechazo de un contrato social desigual, la “viveza criolla” de Cantuña -tan menospreciada por el servil puritanismo del extravío mestizo-, se muestra como una lúcida expresión de la resistencia asentada en el amor por su identidad, por su alma y en última instancia, por su vida.

Los principios en los que se asienta su racionalidad le permiten la emancipación de un régimen sígnico que re-niega de su existencia como runa (como ser humano no occidental). No se trata de hacer una apología del engaño, desde luego, sino de visibilizar aquel ethos popular entendido como estrategia de supervivencia al exterminio de una forma cultural subalternizada, que no obstante permanece dislocando las formas del poder, hoy expresadas en la dominación global del capital.

Para nosotros, Cantuña no solo es el adalid de una cultura popular que nos remite a la valoración de la vida por sobre el valor de cambio, superando y rompiendo la razón instrumental, sino que debe ser considerado como el temprano ícono de un voluble movimiento obrero que todavía no ha logrado entender que lo político se define desde el terreno de lo epistemológico y que no es lo mismo pensar y aceptar una justicia construida desde arriba, que una justicia pensada y construida desde abajo. (O)

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