Después de dos años y más de discusión del proyecto de Ley de Comunicación, aún no se vislumbran indicios para su aprobación por la intromisión de los medios privados con el apoyo saboteador de los asambleístas de oposición al régimen, convertidos en permanentes cuestionadores de temas, ya debatidos en foros con la presencia de representantes de toda la actividad periodística. Con el pronunciamiento del presidente Rafael Correa de incluir la profesionalización del periodista en el proyecto de la Ley de Comunicación, actualizó uno de los postulados de la otrora gloriosa Unión Nacional de Periodistas (UNP), de terminar con el empirismo, y en ese sentido se abogó por la expedición de la Ley de Defensa Profesional del Periodista. A petición de la Federación Nacional de periodistas (Fenape) y a falta de periodistas graduados, el Ministerio de Educación, el 21 de septiembre de 1977, de acuerdo con un decreto supremo, expidió certificados de profesionalización a periodistas que a la fecha habían cumplido cinco años de labores en los medios de comunicación.
No se ha acatado la obligatoriedad de los medios de exigir título para ejercer en el área informativa a reporteros, jefes de redacción e información, editores de secciones, correctores de estilo y fotógrafos; se entiende que para el ámbito de opinión, la contratación es libre, no es exigible el título de comunicador. La Ley de Defensa Profesional, por su falta de aplicación, cayó en el olvido.
Con el adelanto de la ciencia y tecnología, el empirismo ingresó definitivamente en el pasado. Es urgente e inaplazable la profesionalización del periodista para evitar que lo empíricos sigan distorsionando los fines sagrados del periodismo. Ya es hora de que el reportero considere la noción de la objetividad en el manejo de la noticia con sustento de fuentes confiables; entienda que el éxito de la entrevista es lograr la versión completa del entrevistado y no el criterio del periodista; e incluso en el reportaje, que no es género de opinión, aprenda a demostrar equilibrio ampliando versiones complementarias y no comentar sobre la base de rumores. La ley no afectaría el área de opinión, por cuanto no exige títulos de periodista o comunicador, para mantener columnas y espacios en los medios privados. Allí seguirán los articulistas agrediendo al régimen y defendiendo su libertinaje de expresión.
La profesionalización del periodista asegura la instauración de un periodismo serio al servicio de la colectividad. Con la Ley de Comunicación, simplemente, los medios y periodistas se someterán a normas como garantía de su comportamiento y responsabilidad social.