En el centelleo de las luces titilantes y en el aroma dulce que impregna el aire, sabemos que llegó la época de Navidad que nos invita a recordar un evento que ha trascendido en el tiempo. Es la mágica fecha del calendario, el 24 de diciembre, fecha que está grabada como la del nacimiento de un niño que trajo una promesa de amor al mundo, un niño llamado Jesús. Su llegada marcó en la historia de la humanidad la creación de una doctrina basada en el amor, la caridad, la dignidad humana, la fe y esperanza, que desde entonces resuena en los que seguimos esa doctrina.
En temporada tan especial es inevitable reflexionar sobre el significado profundo de la Navidad. La venida de Jesús, simboliza amor y redención, y por ello nos brinda la oportunidad de conectarnos con nuestros semejantes de manera especial y significativa. Al igual que el nacimiento del Salvador iluminó el mundo, su mandamiento de amar al prójimo, ilumina nuestra alma con el afecto que tenemos por los que comparten sus vidas con nosotros.
En la vorágine de la vida diaria, con frecuencia olvidamos la importancia de expresar y compartir el cariño que sentimos hacia aquellos que han estado cerca de nosotros. Pero, al llegar esta época de repente recordamos la importancia de abrir nuestros corazones y dejar que el cariño que sentimos fluya libremente. Es en estos momentos cuando el corazón rebosa, y renovamos el lazo que tenemos con los que amamos, aquellos que consideramos como familia, ya sea por lazos sanguíneos o por lazos del corazón.
En estos días, al igual que los villancicos nos llenan el corazón, hay hermosas canciones que nos ponen en modo navideño. Es el caso, por ejemplo las de Gloria Estefan, en su álbum de Navidad como “Más Allá” o “Abriendo Puertas”, emotivas canciones que capturan la esencia de esta hemosa época. Melodías y letras que nos transportan a un lugar de calidez y conexión, donde el amor prevalece sobre cualquier adversidad.
En esta época de celebración, recordemos que el afecto no conoce barreras ni limitaciones, por eso nos sentimos felices de conectarnos con aquellos que han estado a nuestro lado durante toda la vida, pero también con aquellos que acabamos de conocer. La venida de Jesús nos enseña que el amor es un regalo que debemos compartir con todos, sin distinciones. Es en la apertura de nuestro corazón a los demás donde encontramos la verdadera magia de la Navidad.
Al mirar a nuestro alrededor y pensar en aquellos que forman parte de nuestro viaje, reconocemos la importancia de cada encuentro, de cada conexión. Las relaciones, ya sean antiguas o recién establecidas, contribuyen a la riqueza de nuestras vidas. Apreciamos y valoraramos cada uno de estos lazos, reconociendo que son regalos divinos que llenan de alegría nuestro camino.
En este período de reflexión y celebración, recordemos que el verdadero regalo de la Navidad no está en los paquetes de regalos, sino en el cariño que compartimos con quienes comparten nuestras vidas y aún, con aquellos que encontramos a nuestro paso y a los que debemos servir. Sigamos extendiendo nuestra mano con amabilidad y comprensión hacia todos.
En esta Navidad, queridos lectores y lectoras, les expreso mi afecto y gratitud, porque su amable lectura y sus comentarios a mis editoriales contribuyen a que establezcamos lazos muy cercanos y sin duda, llenan mi corazón con su calidez y aprecio.
¡Feliz Navidad!