A inicios de la administración de Milton Luna como Ministro de Educación, en una reunión convocada para exponer sus ideas y planes y para escuchar las que podíamos ofrecerle, le propuse al Ministro recién estrenado, que pidiera la declaratoria de emergencia para la educación nacional.
Con ello se conseguiría focalizar las miradas en el tema de la educación, buscar y gestionar más recursos, diseñar estrategias.
El Ministro no escuchó mi sugerencia, se perdieron unos meses preciosos, pero creo que es tiempo, ahora, de que la Ministra actual, justo en estas épocas de pandemia, aislamiento, cuarentena, educación a distancia, retome la iniciativa y obtenga del gobierno nacional la declaratoria de emergencia, que, ahora más que nunca, es absolutamente pertinente.
Y es que verdaderamente la educación está en emergencia, con pocos recursos económicos, con el reto de desarrollar programas, sobre todo para el sistema público, en el que se dé cobertura y calidad para que todos los niños y adolescentes sean incluidos. La cobertura es indispensable, si sabemos que no todos los niños ni todos los maestros tienen la tecnología que se requiere para que funcione un sistema online.
Si también sabemos que una cosa es educar de manera presencial y otra hacerlo a distancia; por ello se requiere de manera urgente el capacitar a los maestros, para que aprendan con urgencia, nuevas técnicas, dinámicas, para evitar las deserciones, las fugas que antes eran más fáciles de detectar, pero que ahora se vuelven más complicadas. Nuevas formas de evaluar, nuevas formas de interactuar con los padres de familia que asumen un papel mucho más proactivo, porque están en la casa con sus hijos y serán los encargados de supervisar y de guiar.
Las soluciones no vendrán de una sola fuente, serán un mix, una modalidad blended, en la que jueguen un papel: la radio, la televisión, el internet, los textos, los celulares, las tablets, las computadoras. Todo vale a la hora de buscar llegar a todos con educación de calidad. (O)