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El Telégrafo

Elecciones: ciencia e investigación

27 de enero de 2013

Excepto Rafael Correa, ninguno de los otros siete postulantes a la Presidencia tiene un plan de gobierno para el desarrollo científico tecnológico del país. Un par de candidatos ofrece “apoyo a la ciencia y tecnología”, y no va más allá de este enunciado.

Ciencia y tecnología son sectores sensibles ante los que tradicionalmente los gobiernos, para enfrentar crisis económicas reales o ficticias, han quitado o limitado la inversión, dejando huérfanos a los investigadores y a sus centros.

El candidato a la reelección Rafael Correa ha mostrado ya acciones concretas y positivas apoyando a la ciencia y a la investigación. Acertadamente, a través de la actual Senescyt, se ha potenciado el sector público, normalmente abandonado por anteriores gobiernos. Se crearon los programas de retorno de investigadores (Prometeo).

Se otorgan becas para estudios en el extranjero de maestrías y doctorados (de las que también disfrutan opositores “pelucones”). Se construye la ciudad del conocimiento Yachay como puntal de desarrollo científico y de fortalecimiento a los institutos nacionales. Pese a las inaplicabilidades de la Ley de Educación Superior y el puntual apoyo financiero a centros existentes, los proyectos gubernamentales, de consolidarse inteligentemente, muestran buenas posibilidades para el desarrollo científico a mediano plazo.

Hay cosas por mejorar. En la web de la Senescyt  aparecen como logros investigativos los viejos proyectos de 2008 a 2010 y nada nuevo orientado a grupos científicos con trayectoria. Los proyectos concursables, tan necesarios, ya no existen. Aún se mantiene a grupos de investigadores abandonados, fuera de los planes del Estado, entre otros argumentos, por ser del sector privado.

Es un error el divorcio entre el sector público que pretende investigar para liderar la ciencia ecuatoriana y el sector privado que tienen fortalezas de investigación en algunas ramas. Para desarrollar la ciencia en un país en franco crecimiento, modernización y en revolución, falta unir a los dos sectores, para producir investigaciones de impacto y con repercusión nacional e internacional; los dos sectores, al menos en investigación, tienen la misma meta: producir conocimientos con aplicación social.

Los votantes preocupados por el desarrollo conocen que un país depende de su potencialidad investigativa y de la producción científica. Entienden que un candidato que apunte a la ciencia apunta al país. Así que, a pesar de los temas pendientes, los ciudadanos debemos también reflexionar qué podría ocurrir con la ciencia si se produce un cambio de rumbo político en Ecuador.

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