El 21 de noviembre se llevaron a cabo las elecciones generales en Chile para elegir las dignidades a la presidencia de la república, senadurías (27), diputaciones (155) y consejeros/as regionales (302). Estas dejaron unos resultados en primera vuelta que evidencian dos polos opuestos y antagónicos. Por un lado, una extrema derecha liderada por el conservador Kast (con el 27,9% de los votos) quien defiende el neoliberalismo y ha ofrecido “mano dura” contra la migración y la inseguridad. Además de ser afín a Trump y Bolsonaro, ha indicado que quiere recuperar el Chile que —supuestamente— se habría perdido con el estallido social de octubre de 2019. Por otro lado, Boric (con el 25,8% de los votos) quien se dio a conocer en las protestas de 2011, busca el cambio del modelo económico de libre mercado adoptado por el país del cono sur desde el régimen de Augusto Pinochet. Dentro de su oferta se plantean cuatro grandes reformas: acceso universal a la salud, un nuevo sistema de pensiones, sistema educativo público y gratuito, e implementar el primer gobierno ecologista. Para financiar estos proyectos lo que se plantea es implementar un impuesto a la riqueza y aumentar la recaudación fiscal.
¿Cómo podemos entender estos resultados en primera vuelta? Primero debemos recordar el estallido social de octubre de 2019 y el proceso constituyente. Cuando Pinochet llega al poder en 1973 tras derrocar al gobierno democráticamente electo de Salvador Allende, además de ser uno de los gobiernos más sanguinarios y de concentrar un poder absoluto, empezó a implementar un laboratorio del neoliberalismo, haciendo que el PIB chileno crezca por encima de la media regional, pero con una importante brecha de desigualdad social. Con las protestas de octubre de 2019, muchas personas —principalmente estudiantes— expresaron su rechazo a la política y cuestionaron el modelo económico chileno, pero sobre todo la desigualdad. Este estallido social es lo que le permite al país del cono sur transitar hacia una constituyente donde finalmente la población dio su beneplácito para su implementación. Desde que esto ocurrió, la extrema derecha ha venido haciendo una campaña de desprestigio al trabajo de la convención constituyente.
Para estas elecciones se enfrentaron siete candidaturas de diferentes ideologías, pero lo que definitivamente marcó los comicios fue que el electorado prefiera dos extremos, evidenciando una clara derrota de los partidos tradicionales que han gobernado Chile en los últimos años desde el retorno a la democracia y, sobre todo, del partido de gobierno (que obtuvo el cuarto lugar por debajo de un candidato que hizo campaña desde otro país).
Para la segunda vuelta será imperativo que Kast y Boric capten los votos del electorado moderado. Ganará quien logre efectivamente disipar los miedos y captar el mayor porcentaje de votos.