En época de elecciones ha sido costumbre escuchar los nombres de Álvaro Noboa y del Prian como posibles participantes. Desde que nacieron como organización política han estado presentes en todos los procesos electorales.
Noboa y el Prian han participado en las cuatro últimas elecciones presidenciales y legislativas y en cada elección han
venido perdiendo, tanto fuerza como apoyo popular.
A pesar de que en tres elecciones presidenciales previas a las de 2009 Álvaro Noboa llegó a la segunda vuelta electoral, no supo consolidar su fuerza política, a tal punto que en las últimas elecciones presidenciales de 2009 alcanzó un 11% de los votos válidos. El Prian corrió la misma suerte en el Legislativo, de 27 escaños en 2006 pasó a 7 legisladores en 2009.
El desplome de Noboa y su partido se debe, fundamentalmente, a la concepción que tiene de la política. El Prian, en sus años de existencia, no ha sabido elaborar una propuesta de gobierno capaz de convocar y mantener interés; se constituyó -como casi todos los partidos- en una mera organización electoral y su principal líder solo aparece en épocas de elecciones, o cuando sus empresas tienen problemas con el SRI.
Un político que quiera hacer carrera debe tener presencia permanente, y las prolongadas ausencias de Noboa han hecho que su electorado vaya ubicándose con otras alternativas, tal como sucedió en las elecciones de 2009.
Sin descartar una eventual participación en la carrera presidencial de Noboa, aquello más bien apuntaría a seguir teniendo presencia legislativa que le sirva de defensa de sus intereses empresariales, pero las circunstancias políticas actuales le son adversas, por lo que no sería nada raro que su bloque legislativo obtenga un número inferior al que hoy tiene.
El Prian tiene un gran adversario contra el cual debe combatir, y no necesariamente está en otra senda política. Su principal escollo es la vanidad de su líder y los intereses que existen detrás de esta organización.
En su necesidad de reinventarse, se podría pensar que una opción válida puede ser la Dra. Anabella Azín, pero es una decisión que, más que partidista, pasa por una decisión conyugal, y la pregunta es: ¿En esa relación política conyugal podría existir consenso para que ella pueda ser candidata, o se repetirá la figura de Anabella candidata a la Asamblea Nacional para tener más fuerza y orientar una votación en plancha?
Noboa y el Prian, si no quieren desaparecer de la política, tendrán que reestructurar su partido, permitiendo la participación de nuevas figuras que puedan rescatar su organización. De no hacerlo, estaríamos frente a la crónica de una “muerte” anunciada.