Parecería que falta mucho tiempo para las elecciones presidenciales de primera vuelta, pero de acuerdo al cronograma electoral estas deben llevarse a cabo en enero de 2013, por lo que estamos apenas a 14 meses de una nueva cita electoral, sin perjuicio que esta fecha se pueda adelantar a noviembre de 2012, si el código de la democracia se reforma hasta fines de año, como lo sugiere el actual CNE.
En una serie de artículos, compartiré con ustedes, apreciados lectores, las diferentes opciones que se presentarían para esta cita democrática.
Por un lado tenemos al presidente Rafael Correa, que si bien ha expresado su deseo de no continuar, no le quedará más alternativa que correr por la reelección, ya que él representa para su movimiento la única carta ganadora. Es indudable que ser candidato desde el ejercicio del poder le representará una gran ventaja, pues la maquinaria gubernamental, aunque él no quiera, es de gran utilidad por los niveles de exposición que representa en el desarrollo de la gestión. Su fortaleza está construida en la gran capacidad de interacción con el pueblo, este lo ve y lo percibe muy cercano, no solo por la gran presencia en los medios o por la estrategia de recorrer el país con los enlaces sabatinos y los gabinetes itinerantes, sino porque ha sabido hablar el lenguaje del pueblo que se ha sentido excluido de las grandes políticas del pasado.
Rafael Correa ha tenido la habilidad de “venderse” solidario y sus políticas sociales han fortalecido esta percepción, ha desarrollado, al mejor estilo de cualquier estrategia de marketing, una gran fidelidad en sus electores. Esta fidelidad de su electorado lo ha vuelto inmune a temas que en otras circunstancias debieron haber afectado su popularidad y sobre todo su credibilidad, como son los casos de los contratos de su hermano Fabricio y el de los medios de comunicación, especialmente el de El Universo.
Por otro lado, ha tenido dos golpes de efecto que le han permitido lograr resultados positivos en su gestión gubernamental, la exitosa renegociación de los contratos petroleros y la recompra de la deuda externa, que a pesar de los temores, principalmente de la derecha, le permitieron, además de contar con más recursos, posicionarse como un presidente que defiende la soberanía del Ecuador en beneficio de su pueblo.
Todo esto le ha permitido -acompañado de leyes clave- obtener en 2011 excelentes resultados económicos que la población observa porque se beneficia en el diario vivir.
Su estilo fuerte, autoritario, podría ser una debilidad en esta carrera electoral, pero mientras mantenga buenos resultados económicos que apalanquen su política social difícilmente bajará su popularidad e intención de voto.
Su estrategia le ha dado resultado, ha logrado construir un mundo político en donde hay dos tipos actores: a quien se le cree y a quien no. Continuaremos.