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El Telégrafo
José Gonzalo Bonilla

El Yasuní, un dilema ético

13 de julio de 2023

En días pasados escuchamos a la vocera de la comunidad kichwa, Mary Grefa, su desacuerdo con la interrupción de la explotación petrolera en territorios amazónicos. En contraste con esta posición, voceros de organizaciones no gubernamentales ambientalistas han levantado campañas de incidencia política para frenar la explotación petrolera en los campos del parque nacional del Yasuní.

Esta iniciativa, haciendo un poco de memoria, surge en el 2007 en la presidencia de Rafael Correa. El renunciar a la extracción petrolera, el Ecuador estaría contribuyendo, de manera efectiva, con la reducción de 407 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono (CO₂). Así, nuestro país estaría contribuyendo efectivamente a evitar el calentamiento global del planeta.

Con esta decisión el Ecuador dejaría de percibir aproximadamente USD 3.600 millones. Como toda política pública, existen intereses y actores involucrados. ¿Quiénes son estos? El principal ganador es el planeta, que, para algunos, tiene derechos. Pero esos derechos deben estar financiados por toda la comunidad internacional y no tan solo por el Estado ecuatoriano.

En segundo lugar, tenemos como actores importantes a las organizaciones no gubernamentales que defienden la iniciativa de no explotación petrolera. A cambio de esa defensa, estas organizaciones y dirigentes reciben un fuerte financiamiento para su sobrevivencia.

En tercer lugar, están los pueblos amazónicos que se oponen a la iniciativa. Y se oponen porque dejarían de percibir financiamiento para actividades que no siempre son las fundamentales.

En cuarto lugar, tenemos los pueblos indígenas en aislamiento voluntario no contactados como los tagaeri y taromenane. Estos, por su propia naturaleza, se encuentran ajenos a estas decisiones.

Y, nos queda el actor mayoritario, el resto de los ciudadanos ecuatorianos. Estos, si acogemos las encuestas, votarán en la consulta nacional por la opción de no seguir con la extracción petrolera. Esta posición se la puede entender por las sostenidas y permanentes campañas de publicitación ecologista.

Quizá la mayoría de esos ciudadanos románticos desinformados desconoce los efectos de la renuncia a la explotación petrolera sobre la educación, salud, seguridad social, empleo, seguridad, transporte y desarrollo social.

El planeta y todas las naciones indudablemente saldrán ganando. Pero me pregunto por qué el Ecuador con su endeble economía debe sacrificarse sin la cooperación internacional. Si países con economías de más solvencia, explotan recursos naturales que les permite mantener estándares más elevados de desarrollo social.

Dejar de explotar los recursos petroleros sin el concurso de las naciones más desarrolladas es una irresponsabilidad superlativa que incidirá negativamente en la historia futura de nuestro país.

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