Anteayer la selección de fútbol de Ecuador perdió con su par de Brasil en Porto Alegre. El resultado era de esperar. También era de esperar que las decisiones arbitrales serían favorables al equipo grande y dueño de casa. Una historia conocida en una Conmebol inepta en cuanto al manejo arbitral y a la utilización del VAR.
El fútbol es un deporte en el que los partidos se ganan, pierden o empatan, con goles. Los merecimientos no tienen que ver con el resultado. Que Brasil es mejor equipo que Ecuador por historia, calidad y valor de mercado de su plantel, cierto. Que tuvo el control del balón, mayor número de oportunidades de gol, mayor número de jugadas de ataque, cierto. Sin embargo, el trámite del partido debió ser diferente.
Al inicio del partido, Lucas Paquetá, agrede a Ángel Mena con un planchazo al tobillo, cuando el balón ya había sido jugado. Una agresión ostensible e intencional que merecía tarjeta roja. El árbitro venezolano, Alexis Herrera, vio la falta y la sancionó, pero ni siquiera sacó tarjeta amarilla. Los señores del VAR que debieron comunicar sobre la magnitud de la falta, silencio total.
Más adelante Fred, volante brasileño, quien ya tenía tarjeta amarilla, comete una segunda falta de igual significación que merecía la segunda amarilla y expulsión. Obviamente el señor Herrera no mostró la segunda amarilla porque ello significaba dejar a Brasil en inferioridad numérica. De otro lado, el árbitro sacó cuatro tarjetas amarillas a jugadores ecuatorianos por faltas nimias.
Finalmente, los señores del VAR, árbitros también, muy acuciosamente llaman la atención del árbitro central para que revise una jugada en el área en la que el ecuatoriano Ángelo Preciado roza el tobillo del brasileño Gabriel Jesús tras haber tocado el balón y en la que el delantero brasileño cae. Ahí sí, gran interés de revisar el VAR y, como era obvio, el señor Herrera sentencia el tiro penal. Neymar falla el penal y, nuevamente, con acuciosidad de clara orientación unilateral, los señores del VAR observan, con su ojo biónico, que el golero Domínquez adelanta su talón tres centímetros un nano segundo antes de que el balón salga del pie de Neymar. El señor Herrera determina que se repita el penal.
A Ecuador le han pitado cinco penales en esta eliminatoria. El árbitro chileno Tobar le regaló un penal a Argentina contra Ecuador, inventándose una supuesta falta de Pervis Estupiñán que se barre para quitar un balón y el delantero argentino tropieza con el abdomen del defensa. El chileno, muy autosuficiente, no necesitó el VAR. Con ese penal inventado Argentina nos ganó de local.
Pésimos árbitros, sesgados a favor de los equipos grandes, especialmente cuando juegan de locales y que recurren al VAR selectivamente, cuando la decisión resultante de la revisión del video, será favorable al grande. La Conmebol, institución que carga el lastre de una corrupción de décadas, no acaba de reivindicarse.