Tras la caída de la Unión Soviética, en 1991, el sistema internacional se caracterizó por la unipolaridad. Estados Unidos disfrutaba de una superioridad militar, económica y tecnológica sin rival. Pero desde hace una década China ha surgido como un serio contendor de los norteamericanos en todos esos ámbitos. En 2022, es posible sostener que la política internacional se estructura en torno a una bipolaridad sinoestadounidense signada por la rivalidad.
América Latina no está aislada de esta nueva realidad. Washington es altamente sensible a la creciente presencia de China en la región. Como resultado, su política hemisférica empieza a estar centralmente determinada por el imperativo de contrarrestar esa influencia. Esto es especialmente cierto desde hace un lustro, cuando desde Washington se percibió que la potencia norteamericana había perdido demasiado terreno frente al avance del gigante asiático en su “patio trasero”.
Durante el gobierno de Rafael Correa, China se posicionó como uno de los más importantes socios del Ecuador en los planos comercial, financiero y de inversiones. La relación bilateral alcanzó el grado de “asociación estratégica integral”, estatus que solo disfrutan otros seis países de la región. En el gobierno Lenin Moreno, el Ecuador adhirió a dos proyectos insignia de la expansión geoeconómica global de China: la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) y el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (BAII).
En el gobierno de Guillermo Lasso las relaciones con China se han mantenido cercanas: ese país fue el principal proveedor de las vacunas aplicadas para enfrentar a la pandemia del COVID-19, las negociaciones para la firma de un tratado comercial han avanzado rápidamente y Beijing ha accedido a una reestructuración de la deuda ecuatoriana.
Por su parte, la diplomacia estadounidense ha tomado al Ecuador como el mejor ejemplo de lo que ha denunciado como la “maliciosa” influencia económica de China en América Latina. En la administración Trump, la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional de Estados Unidos negoció con el Ecuador un mecanismo para el alivio de la deuda con China a cambio de la exclusión de tecnología de ese país en la red nacional de telecomunicaciones.
En la administración Biden, especialmente significativa ha sido la discusión en el Senado de la bipartidista “Ley de Asociación entre Estados Unidos y Ecuador”, destinada al estrechamiento de las relaciones con Washington. De esta manera, el Ecuador se ha convertido en un foco de los esfuerzos estadounidenses por neutralizar la creciente influencia de China en la región latinoamericana.