Con motivo de la reciente celebración del Día del Trabajo y la sui géneris celebración sin trabajar me permito compartir la realidad desde la cosmovisión indígena. No existe el verbo trabajar en nuestro léxico kichwa, nosotros tenemos el verbo llankana, que significa conectarse, activarse, relacionarse con algo o con alguien.
De esta manera, nuestra relación con todo elemento de la naturaleza es sagrada, es algo consustancial con la vida, con la existencia misma del ser humano en nuestra relación con la madre tierra. El ser humano andino se enferma y comienza a morir cuando esta relación se daña; al contrario, cuando nuestra relación con la Pachamama es óptima y armónica, somos vitales, exitosos y fértiles.
Nuestro llankay es una forma de existir y ser creativos en nuestro seno familiar y en la madre tierra. Es desde esta relación que nosotros entregamos nuestra energía creadora, transformadora para realizar limpieza de los lugares sagrados, de los caminos, las acequias y demás espacios comunitarios, esta actividad colectiva en la que participamos hombres, mujeres y niños; también los perritos, los chanchitos, es la minka. Nuestros dioses, espíritus y seres tutelares, aprecian y son parte en cada actividad nuestra.
Es por ello que es necesario entregar nuestra mita el día o los días de nuestra vida creativa, de energía productiva. Ellos a su vez nos reciprocan prodigándonos mayor creatividad, productividad y armonía en nuestras vidas. Esta realidad pareciera un realismo mágico, pero la buena noticia es que existe conciencia y en las comunidades indígenas está intrínseca esta vida comunitaria, para crear armónicamente la vida de la madre tierra. Mi reflexión y llamado es a que dignifiquemos y armonicemos nuestras relaciones con todo y con todos. Alejémonos del concepto de relación de producción de trabajo y mano de obra. Todos somos productivos en esta madre tierra porque nosotros somos seres conscientes, que decidimos estar aquí y en este tiempo. (O)