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El Telégrafo

El tiempo y la identidad de nuestras tradiciones

18 de julio de 2011

Durante la Semana Santa quiteña, como un esfuerzo por conservar las tradiciones heredadas, se reproducen en los principales templos de la ciudad cultos que fueron trasladados desde la Catedral de Sevilla durante el coloniaje, como el Arrastre de Caudas, que es un desfile impresionante dentro del templo de banderas negras con cruces rojas, ceremonial que al parecer tiene origen en el Imperio romano, mediante el cual honraban la memoria del general caído gloriosamente en batalla.

Otra de las tradiciones del pueblo para estas fechas es una comida ceremonial: la fanesca, guiso del cual quedan cautivos la mayor parte de los viajeros que nos visitan.

Sobre esta apetitosa sopa, mezcla de granos con bacalao seco, se han dado varias versiones sobre su origen, todas relacionadas con la Semana Santa, llegándose a identificar los granos con los apóstoles y darle fecha a su origen, coincidente con una de las expulsiones del país de los jesuitas, en el siglo XVI, los cuales, al salir para su alimentación, solo tenían granos y pescado seco, con los cuales prepararon el exquisito cocido.

Gustavo Guayasamín Crespo (GGC) explica que el origen del indicado potaje probablemente va más allá de la conquista y es coincidente con las celebraciones de nuestros antepasados, de las cosechas de los diferentes granos durante los meses a partir del 21 de abril, mayo y hasta el 21 de junio.       

Los períodos de tiempo de estos meses se denominaban: el Sisa Pacha (tiempo de florecimiento de abril 21 a mayo 21) en el cual el principal juego era la Misha, que consistía en encontrar maíces con granos de dos o tres colores distintos, juego que aún se practica (GGC). Se continuaba con el Muyu Pukuna Pacha (tiempo de maduración de los granos, 21 de mayo al 21 de junio) con la fiesta del Aymoray, en la cual cantando trasladaban el maíz para almacenarlo (Ondegardo citado por GGC).   

La introducción de la religión de los conquistadores, probablemente dio como consecuencia el sincretismo con las creencias de las culturas autóctonas que poseían valiosos conocimientos, como el de la medición del tiempo.

Gustavo Guayasamín Crespo, con su publicación El cerco del Sol, nos permite conocer cómo calculaban con extraordinaria precisión el tiempo nuestros antepasados, concretado en un calendario que no tiene origen en el Cusco, sino en la cultura Valdivia 1600 años a.C., de la cual somos herederos.

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