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El Telégrafo
Alfredo Vera

El tercero en la discordia

12 de julio de 2016

El papel de contradictor y creador de discordias en una pareja, generalmente, se acostumbra decir que es el propiciador de conflictos y disfruta por el resultado de sus inquinas, convirtiéndose en un gestor de dificultades y provocador de insatisfacciones, que terminan gestando un conflicto en las relaciones de ellos.  La pareja puede resolver cualquier diferencia, mantener una armoniosa relación y disfrutar de la conquista del entendimiento que concluye con el regocijo de ambos, pero el causante de la conflictividad va a perseverar hasta lograr cumplir su rol de intrigante de oficio.

El intrigante de oficio impulsa la disputa con sutileza disolvente, perversa y maldad supina, que pone de manifiesto su envidia o su ansia de manipular las situaciones en su propio beneficio, con el objetivo de perjudicar a ambos y terminar disfrutando del resultado  de su tarea.

Ese es el papel que juegan personajes como Alfredo Pinoargote, Diego Oquendo, Gonzalo Rosero, Martín Pallares y otros, quienes permanentemente generan entredichos, aclaraciones con el derecho a la réplica y otros procedimientos, a los dirigentes de las distintas fuerzas políticas, convirtiéndose en gestores de alianzas y acuerdos bajo la mesa que no corresponden al compromiso llamados a cumplir los medios de comunicación social que deben ser imparciales por ética y por respeto a la sociedad ecuatoriana.

Esos comunicadores sociales deberían ser los primeros obligados a cumplir con las normas de consideración, ética y moral que rigen en el país, para respetar la imparcialidad del proceso en el que la oposición al gobierno de Alianza PAIS se empeña, por adoptar un mecanismo para unirse en un cónclave y alcanzar la ilusoria posibilidad de presentar un candidato único y superar la atomización de sus adherentes, por la multiplicidad de candidatos oportunistas que aparecen en la palestra para la futura elección presidencial.

Esos periodistas manejan la intriga sin pudor y ven la manera de promover a alguno de los personajes que se muestran como posibles ungidos para convertirse en el candidato único de los enemigos de Rafael Correa, pero esa es una manera de viciar el rol de su profesión que los obliga a ser imparciales en el resultado del proceso que se avecina.

Aunque no se necesita de intriga alguna para que los cavernarios, ambiciosos de figuración, que ya fueron noticia cuando desertaron de sus organizaciones políticas o los dirigentes de aquellas viejas estructuras partidistas que actúan sin que les importe un comino el qué dirán de la opinión ciudadana, como es el caso de  Nebot, Cynthia Viteri. Guillermo Lasso. Andrés Páez, Ramiro González, Paúl Carrasco, Lourdes Tibán, Enrique  Ayala, y toda esa cantidad de elementos de las fanescas politiqueras que suspiran por protagonismo en la palestra electoral para la próxima contienda de 2017.

Ellos solitos se despedazan y no requieren de estímulo alguno para mostrarse como son, de modo que ningún periodista debe intervenir para acercarlos o distanciarlos y ponerlos a luchar para autosuicidarse antes de comenzar la contienda electoral.

Esos periodistas, carentes de escrúpulos, actúan como intrigantes y terminan siendo, como se dice: un tercero en la discordia. (O)

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