“El año de 1574 murió Cantuña, indiano nativo de la ciudad de Quito; y con su muerte se declaró el gran misterio sobre los tesoros de los incas Atahualpa y Huaynacapac, escondidos por el tirano Rumiñahui”, así inicia el relato mítico el padre Juan de Velasco, en su libro Historia Moderna, una reivindicación de lo criollo ante la metrópoli, España.
Se sabe que el niño Cantuña miró la ciudad de Quito arrasada, antes de la llegada de los españoles. El historiador jesuita del siglo XVIII cuenta que la opresión y el fuego lo dejaron contrahecho. Era hijo de Hualca, un oficial fiel a Rumiñahui, pero quedó en el abandono. Fue acogido por el español Hernán Juárez quien, como un hombre de su época, buscó El Dorado, pero halló la miseria.
Fue entonces que el indio Cantuña -acaso conociendo los lugares donde se encontraban los tesoros de sus mayores- ayudó a quien antes lo había socorrido. Ante las habladurías el indio fue conducido ante la autoridad. Allí, como si hubiera llegado en carabela, dijo simplemente que su fortuna se debía a un pacto con el diablo: “...los españoles de aquel tiempo creían firmemente que los indianos tenían trato familiar con el demonio”, refiere nuestro primer historiador.
Hay que anotar, además, que Cantuña realizó después obras pías, como donativos para la construcción de la Capilla de Nuestra Señora de Dolores, conocida desde la colonia como la Capilla de Cantuña, a un lado de la iglesia de San Francisco. Sin embargo, ¿por qué una sepultura, al interior del templo, con el nombre de Francisco de Cantuña está fechada en 1669? Fray Agustín Moreno tiene una explicación: existieron tres Cantuña. Fue el del siglo XVIII, quien construyó el atrio, donde otro mito refiere que -tras hacer un pacto con el diablo- los diablillos no alcanzaron a colocar la última piedra, antes del toque del alba. Este último Cantuña, además de sus nueve casas, era alguien con los suficientes recursos para construir dicha obra. (Por cierto, la piedra que falta es un botaguas, pero no recuerdo si el hueco se encuentra al lado izquierdo o derecho de esta iglesia levantada en un antiguo tianguez -mercado-.)
Estos relatos escuchamos quienes asistimos el anterior sábado, en la capilla del Museo de la Ciudad, a las Tertulias de la Memoria, organizada por Quito Eterno (www.quitoeterno.org), a propósito de la declaratoria de Quito como Ciudad Americana de la Cultura, merced al auspicio de la Secretaría de Cultura del Municipio Metropolitano de Quito. Hoy, en San Sebastián, el tema es “Personajes y oficios populares”.