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El Telégrafo
Alfredo Vera

El sueño de la paz

28 de junio de 2016

Los más nobles pensamientos de los seres humanos, a través de todos los tiempos, por encima de las ideologías y de las religiones, de las estructuras sociales, de los esmeros por iluminar a los gobernantes y gobernados de los beneficios que conlleva, para el desarrollo de la humanidad, están cifrados en la posibilidad de transitar por los caminos de la convivencia entre todos los habitantes del planeta.

La hermana República de Colombia acaba de lograr un extraordinario éxito que debemos compartirlo con alborozo y plena felicidad por lo que significa para el destino de la colectividad social, el darnos la tranquilidad a los hogares del planeta, al conocer que se guardan los fusiles y se entregan a los reales custodios de ese patrimonio nacional de ese país fraterno.

Cuántas familias diezmadas, cuántos sacrificios inmisericordes con niños y adolescentes arrancados de sus hogares, cuántas viviendas y cultivos destrozados, cuántos dolores padecidos por la población entera, fracturada y agredida por el tráfico de drogas de los paramilitares, cuántas tumbas sin justicia para los colombianos, los ‘falsos positivos’, los combatientes de todos los colores y las madres atrofiadas y atropelladas por una guerra cruel e inútil.

Se cierra el penúltimo capítulo de esta tragedia espantosa en la que las FARC y el presidente Santos, firmando con un simbólico esferográfico, construido en el casquillo de un proyectil, dan este paso sustantivo, pues todavía queda pendiente vivir un proceso similar con el ELN y firmar el camino a la paz definitiva, que solo será posible si se cumplen todos y cada uno de los compromisos que constan en los documentos que acaban de suscribirse en Cuba, en presencia del presidente Raúl Castro y los delegados de los países garantes, que han cumplido un papel excepcional para llegar jubilosamente a este punto.

Nadie pensó que este primer paso, el más importante de todos, porque abre el camino a la paz total, iba a llegar con el beneplácito de la humanidad entera, que vive este momento crucial con la esperanza de que ha de llegar la hora en que se firme el inicio de las conversaciones entre el presidente Santos y los dirigentes de la guerrilla del ELN, evento que se cumplirá en Quito, para orgullo y felicidad de todos los ecuatorianos, etapa que, al culminarse, permitirá suscribir en Bogotá el cierre definitivo de la confrontación y, con ello, la construcción de la paz, para verdadera gloria de los habitantes de la Tierra, dado que este conflicto nos ha involucrado a todos, sin excepción, pues no hay un solo ser humano que no haya estado deseoso y esperando que esto ocurra, incluyendo al papa Francisco, cuyas oraciones permanentes imploraban porque llegase este momento, consagrando el sueño de la paz como un símbolo que aglutine los corazones de quienes anhelan jugar a plenitud el mandato de la vida.

Quizá esta conquista se mantenga latente y que los reaccionarios colombianos, con Uribe a la cabeza, no tengan acogida en los afanes de perjudicar y opacar el triunfo rotundo que ha obtenido el presidente Santos que, ahora sí, después del triunfo en estos diálogos, pueda culminar con el coraje firme de los visionarios de la paz, que nunca abogan en vano, hasta llegar a la meta triunfantes. (O)

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