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El Telégrafo

¿El silencio es ecológico?

01 de junio de 2011

Resulta por lo menos sospechoso el mutismo de quienes defienden la naturaleza, exacerban toda supuesta acción gubernamental contra ella y desatan toda la creatividad activista para defender al medio ambiente. ¿Lo ocurrido en Esmeraldas, así como ocurre en Zamora, Napo, Azuay, Imbabura y otras provincias no es ahora motivo de bulla y escándalo de los ecologistas?

Claro, lo más importante para algunos medios y supuestos analistas es la frase de Javier Ponce para justificar el dinamitazo a las máquinas excavadoras. Como se trata de la acción gubernamental, los defensores del ambiente no han publicado en los medios ni en gigantografías lo que los medios públicos sí revelaron: enormes boquetes en la selva esmeraldeña, ríos contaminados con arsénico, mafias alrededor de los mineros supuestamente artesanales y un complejo fenómeno como caldo de cultivo del crimen organizado.

Según los secretarios de Estado de Recursos No Renovables y de Agua, la depredación que ocurre en Esmeraldas es un crimen ecológico sin nombre donde se benefician unos pocos y casi ningún afroesmeraldeño. Además, han revelado igual panorama en Zamora, donde el prefecto Salvador Quishpe ahora es partidario de la minería a gran escala, bajo ciertas condiciones, después de calificar al Gobierno de extractivista y hacer de ese discurso su plataforma político-electoral.

En todo esto uno se pregunta: ¿Esmeraldas no es de dominio emepedista? ¿La prefecta se ha pronunciado o por lo menos conocía del tema? ¿Tuvo algún plan para contrarrestar el mal ocasionado a la naturaleza y que implicaba el envenenamiento de más de 50 mil personas que bebían agua de los ríos contaminados con arsénico por el lavado de oro?

En el juego de la política, parecería, no es válido ni oportuno ponerse de lado del Gobierno cuando protege a la naturaleza. ¿Eso acarrea pérdidas electorales? ¿Cómo sostienen ahora que el extractivismo es la marca de la Revolución Ciudadana? ¿Hasta dónde es rentable el sentido común?

Y si el Gobierno intervino para poner coto a un problema crónico, el siguiente paso es dar una respuesta integral a la pobreza de la zona, fuente de enriquecimiento de los mineros, madereros y todas las mafias. Eso incluye un reconocimiento de la gravedad del tema. Y ahora también es oportuna y hasta responsable la presencia de los “expertos” ecologistas para remediar y recuperar el territorio afectado por la minería ilegal. ¿Dónde están esas voces sabias que hablan de lo que debe hacer el ser humano a favor de la Pacha Mama?

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