La reestructurada derecha política, incluida la partidocracia, el MPD con su nueva vestimenta, los socialistas infantiles, los resentidos, la “prensa independiente”, un sector de indígenas y unos cuantos prelados de la Iglesia católica, intensifican acciones para la jornada del 7 de mayo en otro intento por rescatar privilegios extraviados, defender el ocio y el manejo sin control de los bienes del Estado.
Los ecuatorianos, conscientes de la realidad del país, con la aprobación de la nueva Constitución de la República, ya se pronunciaron mayoritariamente por un cambio en la estructuración del Estado y la incorporación de modernas formas de institucionalidad. Ahora, la beligerancia por el Sí y el No, no es el final de la contienda entre la izquierda y la derecha política, sno otra instancia del proceso democrático de la Revolución Ciudadana en su intencionalidad por ofrecer más seguridad, justicia y bienestar, especialmente para los sectores menos favorecidos económicamente.
La oposición, con el poder del dinero y de la “prensa privada”, sin líderes ni coherencia ideológica y sin propuestas, agrede y pretende perturbar el liderazgo de Rafael Correa Delgado, que se yergue incólume en el escenario nacional.
Los opositores al régimen, en lugar de centrar la campaña con explicaciones sobre el contenido de las preguntas, en contubernio con la “prensa independiente”, se dedican a acusar al Primer Mandatario de insultador, tirano y atentar contra la libertad de expresión. Se dimensionan hechos que, supuestamente, podrían afectar la imagen del Gobierno, conceden entrevistas a mediocres y ocultan obras del régimen de gran importancia para el Ecuador. En gesto diferente, los militantes de Alianza PAIS invitan a la reflexión y al análisis de las preguntas y a responder, razonadamente, la urgencia del Sí, que significa apoyar la tesis del cambio en sus cimientos políticos y socioeconómicos, que permitirá convertir en realidad la esperanza de alcanzar la justicia social.
La oposición alienta el desorden, la Revolución Ciudadana fomenta el diálogo como recurso para que el proceso de la consulta se desarrolle en un clima de paz y armonía.
Estamos viviendo la era del cambio. Solo los esclavos quieren seguir siendo esclavos. Cuando algún redentor nos señale el camino para una posibilidad de cambio, hay que cambiar.