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El Telégrafo
Mauricio Riofrío Cuadrado

El sexo de las palabras

16 de julio de 2023

La corrección política, la novelería ideológica con o sin campañas electorales y las irreflexivas formas de “caer bien” a la masa hablante y votante, son algunos de los elementos que hay considerar frente a la utilización del denominado lenguaje inclusivo, cuyos caballos de batalla están alineados a la tendencia anti de un sistema democrático que ciertamente tiene sus fallas, pero que es el único que tenemos. 

Con frecuencia en las intervenciones públicas de las personas, personajes y personajillos, podemos evidenciar la utilización sosa y cansina de términos y palabras cuyos significados y significantes son perfectamente entendibles y universalmente aceptados, pero que hoy, de acuerdo con la moda, terminan en la tediosa redundancia de ser pronunciadas con las vocales a y o, basta con leer la Constitución del 2008 y demás leyes para quedar pasmados e intoxicados de tanta “inclusión”. 

Estas deformaciones han sido posicionadas en algunos sectores de la sociedad, tanto que quien se atreve a cuestionarlas sufre el denuesto y calificación de retrogrado excluyente, agresor de la libertad de expresión y enemigo de las “grandes mayorías”, en una clara muestra de manipulación ideológica del idioma que, de un tiempo a esta parte, intenta imponer su razón a la fuerza, cuando usted amable lector sabe perfectamente que la razón no pide fuerza.

La calentura no está en las sábanas y con palabrería no borraremos del mapa las agresiones intrafamiliares, el maltrato a los niños, la violencia de género, en fin…, no se eliminará la criminalidad venga de donde viniere. La hipocresía y la inconciencia han provocado cambios en la utilización de términos castizos que bien utilizados, es decir en la forma y tono apropiados, están muy lejos de ser peyorativos. 

¿Acaso ha mejorado la situación del negro de Esmeraldas o del Chota por llamarle afroecuatoriano? ... ¿ha disminuido el abandono de ancianos por denominarles adultos mayores? ... ¿las ciudades tienen más accesibilidad para los ciegos por llamarles no videntes? ... ¿y a los sordos, personas con discapacidad auditiva? … ¿hay menos violencia, armas y drogas en las cárceles cuando se les denomina PPL´s a los presos?

En la actualidad, casi todo el mundo se escandaliza si aparece alguien a poner los puntos sobre las íes, se sienten ofendidos y se rasgan las vestiduras cuando se dicen las cosas por su nombre, lo políticamente correcto ha desplazado a la sensatez y al sentido común.

Los códigos y la sensibilidad se han reemplazado por sensiblería, estamos en épocas de abandonar viejos y adoptar perros, los sacan a pasear y esperan que a alguien le haga gracia lo que hacen las mascotas, intercambian consejos y experiencias con los animales (que no tienen de ninguna manera la culpa). Antes eran las gracias de los niños, ahora las agraciadas son las mascotas y los desgraciados son los niños, por eso hay que embobarlos con el celular o la TV entre cuatro paredes y sacar a los perros al aire libre, a jugar y entretenerlos para que no se traumen. Cosas de la postmodernidad…

Un mal sueño me ha hecho recordar y acomodar la parodia de un ridículo discurso inclusivo de la progresía:

“…Queridos y queridas, militantes y militantas, votantes y votantas, quiero dejar constancia y constancio ante los ecuatorianos y ecuatorianas, de que nuestros valores y valoras son los del pueblo y la puebla y que los problemas y problemos, tienen soluciones y solucionas, para todos y para todas, para los obreros y las obreras, para los profesionales y profesionalas, actores y actrices, directores y directrices, codornos y codornices…”

Los problemas que nos aquejan como sociedad requieren de conciencia, convicción y sobre todo acción, lo demás es simple cursilería idiomática vinculada al modo de hablar que no visibiliza, más bien aturde y vuelve impráctica e insostenible la comunicación entre la gente. Creer que cambiamos el mundo escribiendo “todes” es ilusorio, por decir lo menos, la inclusión no se encuentra en los sufijos de las palabras, sino en el respeto a los demás. 

La Academia es una importante referencia, la racionalidad es la norma obligatoria, se entiende perfectamente la lógica de presión tribal de los progres, en cualquier caso, si usted es uno de ellos, le agradezco que haya llegado hasta aquí, leyéndome.  

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