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El Telégrafo

El segundo golpe

14 de abril de 2011

El primer golpe fue el 30 de septiembre y fracasó. Los golpistas no se alzaron con el poder ni convirtieron al vicepresidente Lenín Moreno en sustituto de Rafael Correa en el frustrado magnicidio. Ante los turbios manejos de quienes pretendían utilizarlo, el Vice, con su lealtad a toda prueba, les cacheteó: “Yo no soy carroñero”.

Ahora los golpistas vuelven. La fórmula es crear el caos, presentándole al pueblo el cuco de una dictadura fascista mediante la cual el Presidente tomaría todos los poderes si triunfa el Sí el 7 de mayo. ¡Horror! ¡Se acabarán las libertades! ¡Se cerrarán los diarios, los canales de televisión, las radios! ¡Solo se escuchará la voz del dictador! ¡Se irá el dólar, las inversiones extranjeras, subirán los precios, ya no tendremos tragamonedas ni toros asesinados para júbilo de los pelucones! ¡Sobre el Ecuador caerán las siete plagas de Egipto!

Esta sombría perspectiva sale de la olla podrida del No, donde Osvaldo Hurtado menea esa fanesca que une a socialcristianos, maderas apolilladas, liberales de orden, gutierristas de desorden, izquierdistas que sueñan con la dictadura del proletariado, perdedores como León Roldós, banqueros prófugos, líderes sociales aupados por la Junta Cívica de Guayaquil, agentes de la CIA al borde del desempleo por la expulsión de la embajadora metiche.

El objetivo es desprestigiar la figura del líder de PAIS, sembrar el miedo, mostrarlo envuelto por las FARC, Gadafi, Hugo Chávez, el narcotráfico, etc. Y ahí asoma la Conferencia Episcopal: el arzobispo José Mario Ruiz Navas, invitado por Alfredo Pinoargote a Ecuavisa, hizo malabares para demostrar que Rafael Correa es un aprendiz de Mussolini, el dictador fascista aliado de Hitler que murió colgado de un poste. Lo que no dijo Monseñor es que la cúpula de la Iglesia, desde el Vaticano, encubrió los crímenes del Eje y su participación en la dictadura fascista de Francisco Franco en España.

Socavar el régimen actual -incluso desde adentro- es el objetivo central de los golpistas, alentados por los gringos que condenan en Correa su “excesivo nacionalismo”, como lo dicen los WikiLeaks, y unidos a toda clase de ecuagringos, que lloran sin consuelo por la expulsión de la embajadora imperialista.

Frente al golpismo, hay una linda circunstancia: los conspiradores no tienen quién los dirija. Osvaldo Hurtado volverá pronto a su tumba política y a la suya propia se encaminan a paso acelerado Carlos Vera y otros gladiadores derrotados.

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