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El Telégrafo
Ramiro Díez

El secreto mejor guardado

22 de agosto de 2013

La historia empezó en Coyoacán, México. Matilde, una jovencita, regresaba del colegio y un día, nerviosa o adrede, no se sabe,  dejó caer los cuadernos y un chico que siempre la miraba, corrió a recogerlos. Hablaron, se hicieron novios, pasó el tiempo y después se acordó el matrimonio. Entonces sucedió lo inimaginable.

La víspera de la boda, él la visitó y le entregó una cajita de madera, pintada de azul. Cuando ella quiso abrirla, él le dijo que adentro había una carta, que por favor la leyera más tarde. Sin decir más, el futuro esposo sacó una pistola y se voló la cabeza. Desde entonces a Matilde la llamaron la Novia Viuda. Y guardó celosamente la caja y el secreto de aquella carta.

Hundida en la soledad y los rumores, Matilde con 26 años, estaba condenada a la soltería. Entonces apareció un fotógrafo de origen alemán, viudo, que le propuso matrimonio. De aquella doble viudez nació una niña que el mundo conoce como Frida Kahlo, la pintora mexicana.  

Y su vida fue un golpe tras otro. Poliomielitis a los 6 años. Resultado, invalidez de la pierna izquierda. De pura rabia, aquella niña se dedicó a dos deportes imposibles: el fútbol y el boxeo. Pero todavía faltaban algunos golpes. A los 18 años un tranvía aplastó el bus en el que viajaba. Resultado: columna vertebral fracturada en tres partes; clavícula y costillas despedazadas; tres roturas en la pelvis, y once en la pierna derecha.

Para completar, un pasamanos la atravesó desde la cadera hasta salir por la vagina. “Así perdí mi virginidad”, decía Frida. A lo largo de 32 cirugías, Frida descubrió el dolor y la pintura. Y después conoció al grande de la pintura mexicana: a Diego Rivera. Y se casaron en lo que la gente llamaba el matrimonio del elefante y la paloma, para graficar la diferencia de tamaño entre la pareja dispareja. Y con Diego se hizo mejor pintora y más comunista.

Después, quizás por amor, o a pesar del mismo amor, ambos se lanzaron al mundo de las infidelidades escandalosas. Diego, con la misma hermana de Frida. Y Frida, con muchos hombres y mujeres a la vez.

Pero regresemos a la cajita azul de madera, con la carta misteriosa. Cuando cumplió quince años, Frida recibió ese regalo de su madre, con la condición de guardar el secreto.  Frida leyó la carta una sola vez en su vida, y no fue capaz de leerla de nuevo. Guardó la carta en la cajita azul y muchos años después, un albañil, que reparaba su casa, robó la caja con la carta.

No me pregunten cómo llegó la cajita azul hasta Ecuador, y hasta mis manos. Tengo la carta y solo fui capaz de leerla una sola vez. En todo caso, dice: “Una sola persona en el mundo…”.

No puedo contarlo. El periódico no me permite más espacio.  En fin. En el ajedrez dicen que también gana el que guarda el secreto de su mejor jugada:

Mikenas Vs Aronin. Moscú, 1957. Juega el negro

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