Anualmente, el 8 de marzo la mujer pasa a ser el tema obligado de análisis sobre la condición real de la población femenina. En esta ocasión, EL TELÉGRAFO, primer diario público del Ecuador, tuvo el acierto de reunir a un distinguido grupo de mujeres de Quito y Guayaquil, a fin de que, en dos debates, ellas expliquen la situación en que desenvuelve su existencia el 50% de la ciudadanía ecuatoriana. Pero vayamos a lo primero, ¿cuál fue el punto de partida del Día Internacional de la Mujer en el mundo? En marzo de 2001 yo publiqué un artículo en la página editorial del diario Expreso, bajo el título ‘Mujer, forjadora del pueblo’, señalando que esta fecha fue declarada por las Naciones Unidas “como resultado de la propuesta de la feminista Clara Zetkin, durante la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas desarrollada en Copenhague, Dinamarca, en 1910, en homenaje a las heroicas trabajadoras textiles y de la confección, que el 8 de marzo, durante el invierno de 1857, se tomaron las calles de Nueva York para protestar por sus bajos salarios y las duras condiciones de trabajo” en que transcurrían sus labores.
Actualmente, el trabajo presentado por EL TELÉGRAFO como resultado de los dos debates organizados en Quito y Guayaquil tiene postulados interesantes y, así mismo, cifras estadísticas que conviene recordar a fin de avanzar en busca del remedio a esos males y de afianzar lo positivo de los logros alcanzados. No obstante, existe una realidad que no se puede soslayar: ¿La humanidad ha decretado un rol eterno para la mujer? ¿Quizá la naturaleza femenina, su anatomía, fisiología y características espirituales, su especial sensibilidad, la hacen proclive a las disciplinas académicas que se aproximan a aquellas actividades en relación con el cuidado y atención a los niños? Veamos. Muchas mujeres eligen carreras universitarias o especialidades profesionales que tienen estrecha relación con los niños, como pediatría, educación de párvulos, enfermería de niños, odontología de menores. Y así también, en otro grupo se encuentran aquellas mujeres que, en razón de su propia decisión, o porque aquello tiene su origen en otras causas -como la falta de fuentes de trabajo-, hacen el 78,9% de las amas de casa que existen en Ecuador.
¿Qué sucede con la mujer? ¿Se trata de un ser superior, con mayor capacidad que el hombre para el trabajo y con mejor disposición para perdonar? Si continuamos analizando lo publicado por EL TELÉGRAFO, observamos que en nuestro país existe el 28,6% de mujeres jefas de hogar (1’093.235); 6 de cada 10 mujeres ha sufrido violencia de género y que el 90% de ellas no se ha separado de su pareja, pese a ello; dedican el 76% de su trabajo en el hogar al cuidado de los niños y, en promedio, trabajan 22 horas y 40 minutos semanales más que los hombres.
Así, queda flotando la idea de que la mujer ecuatoriana es más ama de casa y más madre que otra cosa. ¿Que todo esto se encuentra fuera de tiempo, en relación a lo que sucede en el mundo de hoy, y que esta situación no le conviene a la nación? Habrá que ver, pues las cifras pueden cambiar en razón de las presiones sociales y económicas dentro de la familia. ¿Actualmente es necesaria la presencia de la madre en el hogar para alejar a sus hijos de los peligros existentes? ¿Qué tarea existe más importante que el formar al elemento de un pueblo, cincelar con esmero su espíritu, mente, salud, como la que puede entregar una madre cuyo oficio primordial es estar junto a sus hijos? Finalmente, cabe recordar que por muy mala persona que haya sido una mujer, ella se redime por el solo hecho de haber sido una excelente madre.