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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

El regalo

11 de octubre de 2015

Un día domingo, Benito llegó con cuatro gallinas y preguntó mil veces cómo era posible que rechazaran su regalo, para obtener a cambio la inserción de su primo Juan a la red de trabajo, puesto que así Juan, a su vez, le quedaría debiendo el favor. De esta forma,  Benito, daba su primer paso para convertirse en el pequeño cacique de la red de amigos y parientes.

Hay muchas prácticas que no se han ido; parecen insignificantes por la sutileza con la que se expresan, pero en realidad son viejos modos de relaciones de poder que al final de cuentas reproducen la dominación y la sumisión; o en otros casos, el clientelismo. Tres de esos modos, son el regalo, el favor y el compadrazgo.

El regalo que se entrega de manera calculada a una persona que está en una posición de poder, es un código que comunica el deseo de fundar una relación clientelar por medio de la cual se busca obtener el derecho a pedir a cambio trabajo o piponazgo, en definitivas insertarse a un circuito económico y político. En muchas sociedades de antigua data, el regalo puede significar una invitación para realizar una alianza e incluso desarrollar reciprocidad, pero en sociedades modernas, la institución funciona de manera nociva cuando la entrega del presente o donación se produce para consolidar una relación de sumisión, que el más poderoso aprovecha para consolidar redes clientelares para sus fines políticos o incluso económicos.

De un modo parecido funciona el sistema de favores interesados, que no solo se practica en sectores populares, sino entre la propia élite, las que buscan romper toda forma de meritocracia y usan el capital de favores para ser colocados en la nueva red de poder. Recibir un favor, significa una deuda que se reclama, por lo cual se ejerce presión de pago. Cuando alguien está en posición de poder, es presionado por la sociedad cercana para realizar el  contra favor, so pena de ser marginado del grupo, incluso acosado.  

De acuerdo a este modo de pensar, el favor, debe ser ejecutado entregando prebendas, privilegios o facilitando acciones ilegales, casi siempre con fines económicos. De esta forma redes de parientes y amigos de las más variopintas ideologías, terminan insertados en los sistemas políticos. El rechazo del regalo, el compadrazgo o el incumplimiento del favor, llega incluso a quebrar las relaciones sociales. Alrededor del regalo y el favor se despliegan por supuesto códigos finos como la lisonja y la reverencia.

Decenas de códigos que funcionaban con otras lógicas en sociedades ancestrales y no modernas, fueron pervertidos y hoy constituyen vectores entrecruzados que conforman una telaraña que facilita la hegemonía y la reproduce con facilidad, porque atraviesa la vida cotidiana. Viejas instituciones de dominación como las del regalo, el compadrazgo calculado, el favor y contra favor siguen vigente, se reinventan y sobreviven, junto con muchas otras estrategias que logran desplegarse y ponen a veces límites a proyectos políticos transformadores, puesto que son eficientes a la hora de resolver problemas concretos de la gente. Sin lugar a dudas, el gran desafío para lograr la descolonización del pensamiento es fortalecer la conciencia social. (O)

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