Suertes distintas son las que atraviesan ahora dos de los equipos más populares y tradicionales capitalinos. Dos instituciones que trazaron el inicio del fútbol profesional en la capital ecuatoriana.
Dos elencos con raíces en el corazón del pueblo: Deportivo Quito y S.D. Aucas, dos escuadras tradicionales y queridas por la hinchada quiteña y que hoy viven las dos caras de la medalla, cara y cruz.
El Quito pasa por uno de los momentos más importantes de su historia. Desde 2008 en que quebró una racha de 40 años sin conseguir un título, transita por el camino del éxito; en 2009 logró el bicampeonato.
En los últimos años ha disputado la Copa Libertadores de América y la Sudamericana. Se ha convertido en protagonista en los torneos nacionales, ha fortificado su imagen y se proyecta al futuro con trabajo serio y planificado. Sabe lo que quiere y cómo conseguirlo.
El cambio, en el equipo de la “Plaza del Teatro”, empezó a ser realidad a partir de la vuelta olímpica de 2008, la hinchada necesitaba de manera urgente un título para volver a creer, volver a soñar e ilusionarse. Los problemas internos y la pugna de poderes quedaron atrás, se pensó y trabajó por la institución.
Dirigentes visionarios, empresarios exitosos, apostaron a un modelo diferente, la inversión y la capacidad de gestión se conjugaron para generar la fórmula que le ha permitido conseguir el éxito deportivo y solventarse en el aspecto institucional.
Los “chullas” se adjudicaron de manera brillante y en forma contundente la segunda etapa del Campeonato Nacional, tres fechas antes, lograron el derecho a disputar las finales del torneo doméstico y, en consecuencia, la posibilidad de sumar otro título a su palmarés.
La espectacular campaña cumplida por los dirigidos por el DT argentino Carlos Ischia les ha garantizado, además, disputar el año que viene la Copa Libertadores.
Aunque quedan dos jornadas por disputarse, el Quito ha ganado esta etapa de punta a punta, sus números y estadísticas son incontrastables. Tiene un plantel rico en cantidad y calidad. Hoy por hoy es la base de la selección nacional.
Los cambios realizados para la segunda etapa, especialmente la presencia de un entrenador de prestigio y trayectoria como Ischia, le han otorgado los resultados que todos esperaban. La inversión ha dado sus frutos. Se apostó a ganador y los resultados están a la vista.
El esfuerzo de directivos como Fernando Mantilla y Wilson Saldarriaga no solo se encamina a lo deportivo, conscientes de que este aspecto es el sustento lógico para proyectarse a otros campos. De manera vertiginosa han logrado que el nombre del Deportivo Quito se convierta en una marca apetecida y valorada en el mundo del marketing.
La infraestructura deportiva es otro de los temas en el que han puesto interés y trabajo para mejorar las instalaciones del complejo deportivo de Carcelén; además, está en plena fase de construcción lo que en 18 meses más será su nuevo complejo deportivo junto a la Casa de la Selección. Un proyecto moderno y ambicioso con todas las exigencias del fútbol actual y de una institución que quiere llegar lejos y consolidarse en el futuro. Definitivamente, en los últimos años el Quito camina de la mano del éxito.
La otra cara de la medalla, lamentablemente, la vive y sufre la fiel hinchada del “Ídolo de Quito”, el viejo y querido Aucas, que por segundo año consecutivo ha fracasado en el intento de volver, al menos, a la serie “B” del fútbol ecuatoriano.
El llanto, la desesperación y la frustración, una vez más, han invadido a todos los estamentos que hacen a esta popular institución. El aspecto económico ha sido determinante, arrastra un déficit importante. Juicios, demandas, embargos de taquillas por parte de jugadores, técnicos y ex dirigentes no han permitido, a pesar del esfuerzo de sus directivos, cambiar la historia.
La segunda categoría, lo expresábamos en un artículo anterior, es un auténtico infierno; una categoría que genera muy poco interés a la empresa privada. Los presupuestos son austeros y, lógicamente, a menor inversión, menores son las posibilidades de éxito.
Aucas ha sido utilizado por mucha gente como plataforma política. Nefastos personajes, vendedores de humo, demagogos y encantadores de serpientes, que se aprovecharon de la popularidad y cariño del pueblo para captar cargos y funciones políticas, sin que les importara el presente y el futuro de la institución, han jugado con la ilusión de una hinchada, que es el único patrimonio que le queda; una hinchada que, pese a la falta de resultados, es capaz de convocar a diez mil seguidores en cotejos de segunda categoría. Algo que varios equipos de la serie “A”, y con realidades distintas, no lo pueden hacer, porque simplemente el cariño y la idolatría no se logran ni se construyen exclusivamente con títulos.
Aucas merece otra suerte, este equipo que tiene algo especial, que vive en el corazón del pueblo, no puede morir. La hinchada, como en los cuentos de hadas, sigue soñando y no pierde la esperanza de que algún día la historia cambiará.
La pesadilla no puede seguir, es hora de que la verdadera familia auquista se una, que se planifique y trabaje de forma seria, con planes y proyectos que se puedan hacer realidad, con la verdad como premisa fundamental. Basta de engaños y falsas promesas, basta de construir castillos de arena.
Aucas es y será una mina de oro, su hinchada es su mayor orgullo y garantía. Estoy seguro de que, si hay la capacidad y decisión para dar un giro y emprender un manejo empresarial, en poco tiempo Aucas se convertiría en una potencia deportiva y social.
La realidad y el presente marcan una situación diferente para dos equipos que tienen una partida de nacimiento similar en los estratos populares, pero con diferentes suertes. El Quito y el Aucas viven las dos caras de la medalla, cara y cruz.