Hay grandes innovaciones que tienen éxito y otras que fracasan. Una de las principales causas es que existen puntos ciegos que impiden a buenos gerentes, quienes, habiendo identificado las reales necesidades de sus clientes, no pueden entregar buenos productos y vencer a la competencia. Frecuentemente el éxito no depende solo de la habilidad que tenga el administrador para cumplir con sus promesas, sino también de aquellos socios que necesitamos acoger y que son imprescindibles para el ecosistema.
Este es un problema de todos: sea un presidente de directorio o un miembro de un equipo de proyectos; se trate de una empresa transnacional o de un emprendimiento pequeño y, por supuesto, se refiere también a la gestión innovadora de un gobernante que quiere realizar cambios. No importa cuál sea su situación, el éxito de la innovación depende no solo de sus propios esfuerzos, sino también de la habilidad, voluntad y empeño de sus socios.
Por ejemplo, una nueva y prometedora medicina puede fracasar si los médicos no la prescriben o las farmacias no la ofrecen. Una gestión gubernamental puede desfigurarse si el gabinete ministerial se llena de burocracia, su soporte político se vuelve indolente y las bases electorales pierden su objetivo. Es necesario evaluar la estrategia con lupa, para ampliar la visión que exponga las indispensables dependencias escondidas y ayude a escoger mejor, tomar acciones efectivas y mejorar las probabilidades de éxito.
Parecería que la piedra angular de la estrategia de negocios, si miramos cualquier actividad humana como un negocio, es la focalización en la ejecución, que consiste en desarrollar una comprensión de los clientes, sean estos consumidores o ciudadanos; trabajar en las competencias centrales y vencer a la competencia. El mensaje a los administradores ha sido que enlacen la estrategia a las operaciones; que alineen los equipos; que monitoreen su ambiente competitivo y que revitalicen su proposición de valor.
Sí, una excelente ejecución es crítica y una condición necesaria para el éxito; sin embargo, no es suficiente. Concentrarnos en la ejecución puede captar nuestra atención en importantes temas del ambiente empresarial: sus administradores, accionistas, empleados, clientes y competidores; pero crea puntos ciegos que esconden dependencias significativas que son igualmente importantes. Oímos con frecuencia a la oposición criticar las brillantes ejecutorias del actual Gobierno al haber desarrollado la mejor red vial de todos los tiempos: “pues la gente no come carreteras”, ya que habría descuidado al agricultor, que es quien se beneficia de buenos caminos para sacar sus productos al mercado. Los empresarios nos hemos concentrado en nuestro crecimiento y rentabilidad durante los últimos 7 años y no vimos o no quisimos ver la realidad filosófica de la Revolución Ciudadana del Buen Vivir, de la cual dependemos totalmente ahora. Cada uno tendrá que definir de alguna manera su nueva realidad estratégica si quiere perdurar.