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El Telégrafo
Mauricio Riofrío Cuadrado

El próximo Gobierno y la lucha contra la corrupción

08 de octubre de 2023

Las campañas políticas en el mundo entero están inundadas de frases como "lucha contra la corrupción" o "no a la impunidad", "investigación hasta las últimas consecuencias", todas matizadas con palabras como "transparencia", "denuncia" o "sanción".

Los políticos en la vertiginosa carrera al poder no reparan en lo específico sino se enfocan exclusivamente en lo general, la declaración ampulosa de erradicar este flagelo, muchos la hacen solamente hasta sentarse en el solio presidencial, luego no saben, no pueden o no quieren, ya sea porque se estrellan con la realidad de un monstruo de mil cabezas que, cual verdadero Leviatán, carcome los cimientos de la nación a todo nivel o porque simplemente, se ven desbordados con la infinidad de problemas que tiene el estado. 

Si consideramos que, dentro de la coyuntura social y política del país, la corrupción aparece en el top 5 de los principales problemas del Ecuador y que, para los ecuatorianos sin importar sexo, edad, clase o zona geográfica, es una prioridad ciudadana que se luche contra ella, según datos publicados por Comunicaliza -empresa de investigación estratégica-, quiere decir que quien llegue al gobierno deberá, imperativamente, tener la misma prioridad en su gestión. 

Pero la pelea es efectiva siempre y cuando se puntualicen varios aspectos que señalan el mal, lejos de los diagnósticos y radiografías que son de fácil determinación, la sociedad exige resultados inmediatos, aunque nos referimos a procesos psicosociales, administrativos, legales y técnicos que, implican educación y cambio drástico de valores humanos e institucionales de corto, mediano y largo aliento, todo a nivel interno y externo, pues el crimen hoy es transnacional y amerita visión, colaboración y acción internacional. 

En los últimos gobiernos, hemos visto desfilar funcionarios a diestra y siniestra en las instituciones encargadas de la transparencia y la anti corrupción, unos han pasado de puntillas y desapercibidos, otros han pasado al vuelo y de sobaquillo, algunos entrampados en los compromisos ideológico-partidistas o enredados en los hilos de los intereses creados y, excepcionalmente, quien ha actuado de manera técnica y absolutamente honorable y límpida.

Ríos de tinta y caracteres han corrido en el intento de mitigar la corrupción (que es lo único que se puede hacer), innumerables medidas se han adoptado para corregir los procedimientos incorrectos al margen de la ley, no obstante, está claro que, si se quiere obtener resultados diferentes, es preciso dejar de hacer las mismas cosas de siempre.

El Ecuador enfrenta una búsqueda de guía para un lapso corto de 17 meses de gobierno, urge la estrategia emergente frente a la tradicional y tediosa planificación estratégica, necesitamos entrar inmediatamente en la cultura ejecutiva del HACER. El colombiano Alejandro Salazar Managing Director en Breakthroug afirma que, el gran déficit es que las organizaciones no conversan y eso es crítico porque la estrategia es una conversación existencial acerca de la identidad, ventaja y futuro, conversación sobre el destino, en este caso, de la Patria.

Mediciones, barómetros, índices de percepción, rankings no pasarán de ser meras referencias si es que la conciencia ciudadana y sobre todo la conciencia del funcionario público no se alinea con el sentido de país y para ello se impone la construcción de un sistema de integridad nacional contra la corrupción que, involucre a la institucionalidad coordinada con simples y públicos procedimientos de prevención y fiscalización, que funcionen desde una verdadera autonomía para la autoridad del ramo y completa libertad -léase- capacidad amplia y expedita de denuncia, para la ciudadanía.

Quien mañana sea el ungido, deberá dotarle de autonomía e independencia a la autoridad anticorrupción, solo de esa manera se puede obtener resultados positivos, protegidos de la cooptación y presiones, bajo la premisa de publicidad total y con la amenaza de sanción severa al funcionario que no se allane y niegue información que por ley es pública.

El nuevo gobierno deberá tener ilusión y coraje para trabajar, aunque las circunstancias sean desfavorables, la integridad en la gestión pública no solo debe ser un enunciado a expresarse, sino sobre todo practicarse con claridad, rectitud y sin ambigüedades. 

Los corruptos le apuestan al olvido y les funciona…

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