El Ecuador apuesta por la interculturalidad desarrollando políticas públicas que buscan visibilizar a diversos pueblos que tienen historia, representaciones y prácticas propias, cuyas señas por lo general son su vestimenta, habla, fenotipo y localidad.
Mucho se ha discutido sobre el tema, sobre todo en la Academia seria, donde se ha puesto sobre el tapete la idea de que la relación intercultural entraña una lucha de sentidos y de poder. Contrariamente, algunos estamentos han impulsado más bien estéticas y alegorías bonitas, aunque falsas y vacías de contenido, por lo que abundan las presentaciones inter-folclóricas.
Otra apuesta para visibilizar a los diferentes pueblos, son los medios de comunicación, los mismos que en cumplimiento del reglamento, deben llenar un promedio de 5% del tiempo o el espacio en el caso de la prensa, destinados a difundir la cosmovisión, tradiciones, conocimiento y saberes de los pueblos.
De ello deriva que se ha desarrollado una especie de especialización de hecho, que en la práctica consiste en identificar datos, recogerlos y sistematizarlos, tarea en manos de periodistas. Hay que señalar, que de algún modo el propósito se ha logrado, en el sentido de que el tema etnohistórico se ha puesto de “moda” y por lo tanto al menos salió de su silencio.
El profesor Carlos Mangone, un estudioso argentino de la comunicación social, merece ser nombrado por su aporte al problema de banalización de la interculturalidad, por medio de la cual, según dice, se finge la igualdad. Esto significa, por ejemplo, que en el caso nuestro, se visibiliza lo “montubio” en su condición cultural, pero se ignora al campesino, que es el mismo, pero visto como sujeto social.
Históricamente la ciudad ha sido preferida, antes que el campo, en lo concerniente a servicios de salud y educación, creando una desigualdad desde el origen, que coloca a los campesinos en desventaja, en un mundo competitivo. Por otra parte, no están protegidos para mantener su producción y en muchos casos no tienen acceso a las mejores tierras.
Nos parece que el profesor Mangone está en lo cierto, puesto que en realidad no estamos entendiendo muy bien de qué se trata la interculturalidad, como posibilidad de lograr no solo una interrelación objetiva y subjetiva entre grupos diferentes del país y el mundo, sino también, una igualdad social, política y económica. (O)