Ahora el argumento es adherirse los votos en blanco. El argumento es desmerecer cualquier iniciativa de participación directa. Gritarán fraude, aunque faltaba poco para que ellos mismos contaran las papeletas. Y, por supuesto, saldrá el Coronel a convencernos de cómo todo este proceso plebiscitario fue un gran entretejido político en contra de él. Pero la responsabilidad que recae sobre el Gobierno no tiene margen de error ni tiempo de espera. Son 18 meses determinantes. La elección no se hizo esperar: Paulo Rodríguez.
¿Qué podrá hacer un ingeniero en telecomunicaciones para reformar la justicia del país? Seguramente más de lo que han hecho las pléyades de jurisconsultos que han viciado las cortes a nivel nacional. Los problemas de la justicia son tanto organizativos como institucionales. La justicia, además de la evidente falta de moral y su desenvolvimiento kafkiano, está estructuralmente diseñada para un país de veinte personas. Los cuellos de botella, la ineficiencia y lentitud del sistema no son atribuibles únicamente al servidor público. La organización misma de la justicia evidencia una serie de contradicciones organizacionales que de lo obsoleto se pasa al absurdo.
El Ing. Rodríguez tiene ahora la responsabilidad de obrar milagros. Cualquier persona que haya leído El proceso, o que lo ha vivido en carne propia, me entenderá. El sistema parece insalvable. Las intrincadas redes de lo ilógico parecen estar afianzadas a algo más poderoso que un reglamento: a la cultura. La cultura de la carpeta, del trámite plagado de ventanillas, sellos, timbres, formalismos y solemnidades que hace mucho tiempo perdieron su razón de ser, pero que prevalecen por el evidente usufructo que representan para ciertos agentes del proceso judicial (ciertamente no del ciudadano). La modernización deberá ser el primer milagro.
¿Estará el Ing. Rodríguez a la altura? Veamos. Según un reportaje del El Universo, Rodríguez fue nombrado por llevar a cabo “con éxito” la modernización del Registro Civil. Nunca supe si las comillas eran para citar al Presidente o para poner en duda el éxito de Rodríguez. La continuación del artículo sugiere la segunda opción. Pese a los rezagos de un sistema históricamente obsoleto, el servicio VIP del Registro Civil (según palabras de Enrique Ayala Mora) es incomparable. Hasta desapareció la señora que cobraba por el pañito para limpiarte el dedo. ¿Es lo mismo el Registro Civil que el sistema de justicia? No. El reto es mayor. Pero confío en que los resultados sean los mismos.