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El Telégrafo
 Pablo Salgado, escritor y periodista

El presente es “el rasgar de un fósforo”

09 de octubre de 2015

Me conmovió que la sala Jorge Icaza, de la CCE, quedara tan pequeña. Y me alegró constatar que el libro y un autor aún convoquen y llenen por completo una sala y muchas personas se queden fuera. Sucedió con el libro Tiempo, del escritor ecuatoriano Abdón Ubidia.

Tiempo es el cuarto volumen de la serie DivertInventos, cuyo primer libro apareció allá por 1989, bajo el nombre de Libro de fantasías y utopías. Y contiene, como Tiempo, 11 relatos cortos. Pura coincidencia, ya que la vida y la literatura de Ubidia están llenas de coincidencias, “de muchas coincidencias”, como lo confesó el propio autor en el epílogo de su libro anterior Callada como la muerte.

Son relatos fantásticos, o de ciencia ficción, aunque Ubidia prefiere llamarlos ‘de anticipación’. Y tiene argumentos para asegurar que varios de sus inventos se han hecho ya realidad. Por ejemplo, cita un relato en el cual hay un reloj que predecía el día la muerte de su propietario. Ubidia asegura que ya se comercializa el reloj Ticker, que contiene un chip con información médica de su propietario y puede predecir su muerte. Y un seguro contra robo de autos, relatado en uno de sus cuentos, ya funciona en muchos países. Y lo mismo sucede con ‘La historia de los libros comestibles’. Ya en Japón, dice Ubidia, se comercializan libros comestibles.  

En uno de los relatos de Tiempo, en un centro comercial, una rubia provocativa vende un seguro contra los deseos junto a un cartel que lo explica claramente:  ‘Disfrute de sus deseos y ahorre dinero. Le garantizamos que no se le cumplirán’. Ojalá, en este caso, no sea otra predicción de Ubidia, aunque el profeta Bachelard es contundente: “El deseo es como el cisne, canta para morir”. Pero además, el autor nos propone dos anticipaciones que intimidan: el pensamiento fácil y un ministerio de la corrupción. Y otra que provoca terror: los nuevos bebés se reproducen por decenas.

En Tiempo, los relatos se dejan leer y giran, efectivamente, alrededor del tiempo; elástico y cósmico. Son relatos divertidos que se hilvanan alrededor de lo cotidiano, y en los que hay una fuerte crítica a los modos de vivir que impone la sociedad de hoy, con ese absurdo culto a la velocidad y en el cual, en el “mundo humano, el vacío no existe”.

Tiempo es un libro que merece ser leído. Y criticado, claro. Aunque el propio Abdón Ubidia -y no es anticipación, sino constatación- asegura (ver EL TELÉGRAFO) que en el Ecuador “hay una especie de partidos políticos del arte, gente que presumiendo cierta aristocracia tiene su peonada muy fiel e instaura un poder cultural que se aprovecha de todos los gobiernos y banderas políticas para establecer que  la literatura debe ser excluyente, de los elegidos”.

Cuán necesario es que el país cuente con un programa nacional de lectura, un sistema nacional de bibliotecas públicas, una nueva ley de fomento al libro y la lectura, y un sistema nacional de distribución y circulación de objetos culturales.  Y con la tan mentada, y olvidada, Ley de Cultura. Ya el tiempo se agota y, como dice el propio Ubidia, el presente dura lo “que el rasgar de un fósforo”. Y, vale recordarlo, “el tiempo es un huracán que se ahoga en un suspiro. O un suspiro que se ahoga en un huracán”. (O)

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