Cada año en diálogo tripartito, trabajadores, empresarios y decisores políticos negocian los nuevos salarios. Los trabajadores, arguyen siempre con justicia total, que la canasta familiar sube periódicamente. El empresariado, tratando de guardar una coherencia lógica, se manifiesta contrario a toda alza de los salarios. Al final, los representantes del sector público, en un ejercicio de mediación, los elevan en un porcentaje mínimo.
En el Ecuador, todos los actores involucrados, están conscientes en menor o mayor medida, que todo aumento de los salarios incidirá en la disminución del empleo adecuado.
Sin embargo, el canadiense David Card ganó el premio Nobel de Economía 2021, derribando el principio de que todo aumento de salario mínimo destruye el empleo. Con su investigación de tipo empírico, analiza dos casos vinculados con la economía norteamericana.
El primero, analiza el comportamiento del aumento de los salarios en el estado de New Jersey y el congelamiento de estos en el estado de Pensilvania. Con el estudio demostró que no hubo impacto negativo en la empleabilidad al subir el salario mínimo. No hubo diferencia en lo sucedido en el empleo de los dos estados.
El otro caso analizado por Card, relata el episodio cuando Fidel Castro dejó salir en los años 80 a miles de ciudadanos cubanos para instalarse mayoritariamente en La Florida. El pronóstico inicial era que esa inmigración afectaría negativamente en el empleo de ese estado. Tampoco sucedió lo previsto.
La demostración de que el aumento del salario básico, así como el aumento de la inmigración no afectan negativamente en el empleo, le sirvieron a Card el reconocimiento con el Premio Nobel de Economía 2021.
Según algunos investigadores en el ámbito de la economía, es necesario “tomar con pinzas” el descubrimiento de David Card. Sostienen que estos resultados dependerían del análisis econométrico de los diferentes contextos. Probablemente en otras latitudes la inmigración y el aumento del salario básico sí influyen negativamente en el empleo. Por lo tanto, lo sostenido por el economista canadiense carece de los principios requeridos por la ciencia. Me refiero a los principios de universalidad y necesidad. Es decir, lo afirmado no tiene una validez universal y tampoco necesariamente deba repetirse el mismo fenómeno en todos los países. Su descubrimiento no podría extender su validez a países donde la tasa de desempleo es alta. Rápidamente se convierte en una verdad relativa. Queda como una tarea académica para el futuro.
Por el momento, para el caso ecuatoriano, me atrevo a pensar de manera intuitiva, que el aumento del salario básico durante los últimos 14 años afectó la competitividad de nuestro país. Y, por lo tanto, es uno de los factores para el alto porcentaje de desempleo existente.
En el caso de la inmigración, igual de manera intuitiva, sostengo que la inmigración venezolana y cubana afectó a la empleabilidad nacional de los profesionales de la salud, así como de profesores de los tres niveles de educación.
Los aportes dados por el Premio Nobel de Economía podrían estar chocando con el tamaño de las muestras y la escasa frecuencia de los acontecimientos observados en todas las latitudes.
Otro sería el cantar si fueran los capitales peruanos, argentinos y probablemente los chilenos a futuro, los que vengan a instalarse en el Ecuador. Con plena certeza, seguro de que la inmigración de inversiones sí aumentará el empleo adecuado para los connacionales e incluso para los ciudadanos que comienzan a migrar a esta tierra meridional.
Pero el Premio Nobel de Economía no pasó por el Ecuador.