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El Telégrafo
Mónica Mancero Acosta

El populismo arrepentido

06 de diciembre de 2020

El programa de gobierno del correísmo es estructurado e integral; constituido por 11 planteamientos denominados “justicias” y 390 estrategias, algunas reiteradas lo cual evidencia que fue realizado por varias manos, sin tiempo para la edición ni para buscar la cédula. De todas formas, plantea políticas de carácter progresista que significan un Estado social de derechos con énfasis en la educación y salud; fortalecimiento de trabajo, seguridad social y economía redistributiva.

En lo político postula una nueva Asamblea Constituyente, lo cual sorprende puesto que pretenden derogar la Constitución que ellos mismo hicieron y la irrespetaron; hablan de democracia participativa y deliberativa, así como democratizar la economía, desconcentrar los mercados, fortalecer la dinámica industrial y fomentar el aparato productivo. Por otro lado, plantean sostenibilidad y justicia intergeneracional; multilateralismo; comercio justo; movilidad y derechos humanos; justicia, educación y salud interculturales; promover memoria, cultura y arte; protección del medio ambiente; plan de lucha contra violencias y economía de cuidados; derechos digitales, tecnologías e investigación, así como democratizar conocimientos.

Uno de los elementos más curiosos es lo que denominan “justicia justa”, despolitizar la justicia y desjudicializar la política, lo cual, a pesar de que se esgrime independencia judicial, nos previene que la justicia retorne a los cauces en que la dejaron.

En el caso de correísmo podemos cotejar su programa con su ejercicio reciente del poder: se habla de recuperar la democracia cuando su mandato fue autoritario; se insiste en la construcción del Estado plurinacional e intercultural cuando acabaron con lo poco que en este país se había avanzado como la educación intercultural; se plantea avanzar en el cambio de matriz productiva cuando ya sabemos que esa fue una de las promesas incumplidas; se habla de justicia de género cuando el correísmo significó un retroceso en términos de derechos sexuales y reproductivos.

En fin, el correísmo más que progresismo, realmente fue un populismo -hoy en su programa parece arrepentido de varios de sus errores- que implicó un cierto énfasis redistributivo, pero tan escaso que no alcanza para compensar el nivel de autoritarismo y corrupción que vivimos. Como dice Beatriz Sarlo, el populismo no deja herencias ni tiene herederos porque su liderazgo carismático se lo lleva el líder; así fue con Moreno, es igual con Arauz.

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