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El Telégrafo
José Gonzalo Bonilla

El poliamor

05 de abril de 2024 - 00:00

Según las proyecciones, de acuerdo al censo del 2010, se estimaba que debían nacer anualmente 330,000 niños. Esa cifra resultó un tanto ambiciosa, puesto que se ha reducido a 250,000 niños nacidos por año. En contraste con esta cifra, 1,326,537 hogares poseen perros o gatos. 

El amor por los animales ha sustituido al amor filial. La última generación ha renunciado a establecer relaciones filiales estables, monógamas y de larga duración. Cada día crece más el descrédito hacia la institución del matrimonio, sea civil o religioso. Algunos sociólogos explican que esto se da por el relativismo en la permanencia de la pareja mostrada en las cifras del alto número de divorcios. La situación económica precaria contribuye a esta inestabilidad: alto nivel de desempleo; desigualdad de ingresos entre hombres y mujeres, y qué decir del aumento del consumismo y su respectiva representación social. 

Al fin de cuentas, la clase media renuncia permanentemente al desarrollo de la familia monogámica y monoparental. La evidencia histórica muestra que el ser humano ha evolucionado teniendo relaciones de exclusividad. Se podría afirmar con certeza que cuidar de las nuevas criaturas en familias monogámicas genera mayor felicidad y estabilidad. 

Sin embargo, la novísima generación reniega de esta idea de la monogamia y la permanencia del sentimiento de amor por largo tiempo. No es raro escuchar en los pasillos de colegios y universidades el fomento del poliamor. Esta cosmovisión sobre este sentimiento solo se encuentra en aquellos experimentos sociales de finales del siglo XIX, donde se proclamaba la poliandria y la poligamia. Esa aventura fracasó por el aparecimiento de los celos y la necesidad de exclusividad. La monogamia se mantuvo de manera imperante hasta los últimos años del siglo XX. Fueron las religiones monoteístas las que terminaron imponiéndose nuevamente en la construcción de la familia. 

Sin embargo, hoy parecería ir cobrando fuerza la figura de lo que las generaciones novísimas llaman el poliamor. No al amor monógamo y el combate a la idea de la familia. 

Dicen que, entre sus ventajas, el poliamor permite relaciones más libres para conocer y compartir. Estos pueden vivir nuevas experiencias para aventurar, probar o definir gustos. A más de estas cualidades dicen que no existe la posesión, cual objetos, tampoco existirían celos…

Usted tiene la palabra sobre el poliamor…

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