Publicidad

Ecuador, 05 de Octubre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Samuele Mazzolini

El poder de la imagen

08 de septiembre de 2015

No había escrito nada sobre la cuestión de los refugiados durante todo este trágico verano europeo y, confieso, me da un poco de vergüenza. Lo hago solamente ahora, cuando una foto aterradora ha devuelto finalmente migajas de sensatez a gobernantes (algunos) y población (una parte). Siento que al escribir ahora me estoy, culpablemente, alineando a la ‘moda’ del momento, como si el problema durara el instante de horror que suscita una imagen, como si no hubiese habido un antes y como si no habrá un después.

Escribo de todos modos para conjurar que la imagen sea una efímera instantánea que llena los álbumes de fotos históricas. “¿Te acuerdas del verano en que murió el niño sirio?”. No, Aylin no es la única víctima del masivo éxodo del cual Europa es testigo ya hace mucho tiempo. Pero hay que empeñarse para que sea una de las últimas.

Tras la difusión viral de la foto del niño sirio sin vida en una playa turca, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, pensó de inmediato en su nieto; el primer ministro finlandés Juha Sipila ofreció su casa para hospedar a refugiados, la canciller alemana Ángela Merkel cedió a que se abriesen las fronteras y consintió que se concediese asilo a un mayor número de refugiados, el periódico sensacionalista inglés The Sun presionó al primer ministro David Cameron para que hiciera lo mismo, ciudadanos alemanes y austriacos dieron vida a una carrera de la solidaridad, los primeros poniendo a disposición comida, ropa y juguetes para los niños, y dando la bienvenida a través de aplausos y gritos de incitación, los otros manejando hasta Budapest, donde muchos refugiados están estancados y pasando por los maltratos de las autoridades húngaras, para traerlos a su país. Tal vez el gesto de humanidad más rescatable que se haya registrado en Europa hasta ahora, si consideramos que esta generosidad ahora corre el riesgo de ser perseguida penalmente.

Se trata, en el caso de los gobernantes, de sobresaltos hipócritas, como si no supiesen que centenares de otros niños han muerto en el Mediterráneo en los últimos meses y años. Pero también en el caso de la población europea se trata de un despertar tras conatos de racismo. Sin embargo, y aunque insuficientes con respecto a la magnitud del problema, los efectos han sido concretos. El poder de la imagen ha sido impresionante.

Por eso no comparto las voces del políticamente correcto que han protestado ante la difusión de la imagen del niño difunto, hablando de pornografía del dolor. Se trata de un debate ocioso: la mejor manera para respetar a Aylan ahora es desplegar todos los esfuerzos posibles para cambiar de rumbo. Si la sensibilización de una Europa anestesiada toma sacudones que agarran a patadas nuestras conciencias y nos exponen al precipicio de lo horrible, bueno, que así sea. Ojalá sea el momento para que un nuevo sentido común se cree con respecto a la cuestión de los refugiados de guerra, así como para los migrantes que huyen de la miseria y la explotación. En los próximos días, muchas ciudades europeas se llenarán de manifestantes: debe ser el inicio de una campaña para que la imagen de Aylan se cristalice en un compromiso solidario inquebrantable. (O)

Contenido externo patrocinado