A pesar de existir opiniones divididas y en algunos casos señalar claros ganadores, personalmente me pareció que el debate presidencial del pasado domingo fue decepcionante. Uno de los pilares fundamentales de la política actual es la comunicación y la capacidad de sus actores de expresarse de forma genuina, transparente y utilizando un correcto lenguaje corporal. Sin embargo, en esta ocasión, ambos candidatos demostraron que la comunicación no es su fuerte, al presentar datos imprecisos, conclusiones equivocadas y acusaciones sin pruebas. Además, sin evidenciar la sensibilidad de entender la importancia del lenguaje corporal y lo que eso transmite al televidente cuando en la pantalla se observan risas nerviosas, conductas repetitivas y falta de concentración.
Bukele, Trudeau, Milei, Trump y Obama, con sus seguidores y detractores, son unos maestros de la comunicación y el lenguaje corporal. Con su forma de vestir y su manera de comunicar buscan conectar con el electorado hablándole en su mismo idioma y sobre sus mismos problemas, evitando entrar en conceptos sofisticados o que desconocen y que recuerdan a los políticos tradicionales. Esta nueva clase política mundial, que domina la comunicación, ya no se vende como salvadora sino como la voz de una población cansada y por ello con un buen entrenamiento logra capitalizar rápidamente objetivos presidenciables.
En Ecuador y a pesar de que muchos se autoproclaman el “Bukele ecuatoriano”, no tenemos una figura política con ese perfil y es que precisamente la comparación es el primer error cuando se intenta emular un estilo ajeno. El electorado actual ya no busca “parecidos” sino personas auténticas sin miedo a cometer errores, emitir opiniones y ser prácticos en cuanto a implementación de soluciones. Lastimosamente, ninguna de estas características parecería ser que fue contundente o relevante en el debate o al menos no fue evidente que ninguno de los candidatos buscaba sobresalir con estas cualidades.
A propósito de la comunicación y para ejemplificar la serie de imprecisiones durante el debate, es posible referirse a uno de los temas que se discutió el pasado domingo: la minería. Por un lado, uno de los candidatos habló de “incrementar la rigurosidad regulatoria en asuntos ambientales”. En la práctica, ese mensaje evidencia desconocimiento de la industria y para alguien que la conoce supone un completo desconocimiento del sector. La minería es posiblemente una de las industrias más reguladas y que más condiciones y obligaciones de obtención de autorizaciones, reportes y monitoreo ambientales tiene en el país. Por ende, el hecho de afirmar que parte de un plan de campaña es algo que ya existe supone comunicación imprecisa y podría resultar en generar duda en la población si en los otros aspectos el candidato usa el mismo recurso.
Ante el miso tema, minería, el otro candidato se refirió a la necesidad de “revisar” las concesiones mineras otorgadas en el país o “identificar” áreas para producirlas inmediatamente. Esas afirmaciones evidencian también un desconocimiento de la industria minera, la cual, en regímenes de mediana y gran minería, tienen fases de exploración que legalmente pueden durar hasta 12 años; no hay minas “instantáneas”. Al igual que en el caso anterior, se comunican mensajes imprecisos que justamente lo que hacen es contribuir a categorizar a los candidatos en la lista de los “tradicionales”.
La premisa fundamental debería ser prepararse en todas las áreas si se aspira a un cargo tan importante como la Presidencia de la República y en caso de no tener la suficiente preparación no hablar de un área que se desconoce. Al final del día, la comunicación imprecisa se aleja de los nuevos perfiles de políticos actuales que comunican hechos reales que pueden ser demostrados y fácilmente entendidos por todos los ciudadanos de un territorio determinado.
En línea con el tema de la comunicación está el lenguaje corporal; herramienta poderosa para posicionar un discurso, idea o concepto en la población. Durante el debate del domingo pasado, hubo también algunos errores en este campo. De lado de uno de los candidatos, muecas o risas ante algunos temas serios o de coyuntura al igual que evitar el contacto visual. Por la otra parte, un uso excesivo de un recurso material buscando posicionar una idea y un espíritu de liderazgo.
Finalmente, no queremos un Milei, Trump u Obama pues lo que la población busca hace varios años son políticos que genuinamente comuniquen a sus electores un plan de gobierno realista en las circunstancias actuales de nuestro país y que esté construido sobre bases suficientemente sólidas con resultados concretos y alcanzables es un periodo tan corto.