Tras leer varios reportajes del testimonio anticipado de Mayra Salazar dentro del caso Metástasis, encuentro la necesidad de aterrizar, a través de esta columna, varias opiniones que vuelan por lo alto.
Mayra Salazar ha contado una historia que parece increíble. De hecho, debe mantener ese estatus hasta que sus palabras sean corroboradas con otros elementos que permitan establecer una verdad dentro del juicio.
Mayra Salazar, una delincuente que ha confesado sus delitos, tiene cierta credibilidad. Los medios de comunicación hacen bien en transmitir sus palabras textuales, con las que describe complejas redes de corrupción. Al mismo tiempo, de cara a su juzgamiento, quienes conocemos la forma en la que se desenvuelve la justicia, debemos hacer un llamado a la cordura y recordar a todos cuánta credibilidad tiene el testimonio de una persona que guarda interés directo en la causa, además de ser procesada.
Es lógico pensar que Mayra Salazar diga lo que es y hasta lo que no es, para salirse con la suya, para obtener algún beneficio en su sentencia, o evitar que sus socios la manden a callar, o incluso ganarse los favores de sus compinches dirigiendo la atención de los jueces a otro lugar. Por ejemplo, ¿Carolina Jaume guardando una libreta con los nombres de los operadores Xavier Jordan? No sé si sea cierto, pero suena raro. En todo caso, la narcojusticia y la narcopolítica nos han demostrado que a ese testimonio hay que tomarlo con pinzas. Cuidado, no digo que las cosas que ha dicho sean mentira, pues no lo sé, así como tampoco sé si son verdad.
Es necesario ajustar la expectativa de los lectores frente a lo que puede y debe pasar en el juicio. No porque la señora haya relatado su historia, significa que el caso esté armado. Este testimonio solamente le da una idea a la Fiscal General para saber por dónde continuar investigando. Recordemos que para cuando llegue el momento del juicio y se expongan las pruebas en contra de los acusados, el trabajo de la Fiscalía es demostrar la responsabilidad de los acusados, buscando convencer al tribunal por encima de la duda razonable.
Todavía falta un largo camino para llegar a la etapa de juicio, momento en el que conoceremos el verdadero desenlace judicial. Eso, esperando que no manden a callar a esa testigo, o a otros, o se compre la justicia, que al parecer tiene precio. En un largo camino muchas cosas pueden pasar.