El juego en el que andamos decía el gran poeta Gelman. Pero no es de poesía saber el juego en el que entra nuestro foco de atención que es realmente pobre y que es políticamente manipulado, por cierto. A veces por aquello que vende más, otras veces por nuestro propio cerebro, otras veces porque es mejor no incomodar las ideas que tenemos en la cabeza y nos brindan seguridad.
Me explico, años atrás todo un país se conmovió por la tragedia del terremoto y por Manabí. Un país se volcó a ello. Recuerdo haber estado estudiando en Holanda, y hacer labores de hecho con los ecuatorianos que residíamos allá para mandar dinero a las cuentas de ayuda que se publicaban en ese entonces. Hoy, personalmente, no me acuerdo del problema que hay allá a raíz del terremoto, ni de los que vinieron después, los sobre precios, el desahucio, las promesas incumplidas, la corrupción etc., ¿por qué? Porque vinieron nuevas desgracias a las que pusimos atención.
Pensemos en la crisis carcelaria. Todo mundo habló de las matanzas, todos nos indignamos, todos apuntamos al gobierno de ahora, antes y después, todos vimos los muertos, y si se dan cuenta ya pasó, ya no se habla, ya no se nombra, ya no es titular de prensa. Me pregunto yo ¿hasta cuándo? Hasta que se vuelvan a matar obviamente, ahí es rentable, tanto para comunicar, como por tuitear.
Pensemos ahora más cercano, el desastre que sufrió Zaruma. ¿Se perdieron? posiblemente, es acá en el sur donde a veces al norte no le alcanza los lentes. Conmocionó a todo el país, por la minería, echamos la culpa, etc., lo mismo de siempre y nos olvidamos, ¿por qué? Porque vinieron más desgracias, más problemas, más eventos. Luego pasó algo similar en Quito, y hubo un país que habló de esto, que culpó, que opinó, posiblemente yo también, y luego vendrá el siguiente evento que nos robe la atención, ¿por qué? Porque este es el país donde nos asombra todo, pero no se hace nada. Asesinaron a menores, ¿duele? sí, pero también pasará como todo pasó, en un tweet, en este artículo o en un post.
Cuando digo pasa de todo es porque hay mucho que hacer, pero el problema es que no hacemos porque funcione a largo plazo, porque seguimos pensando a corto plazo, porque seguimos construyendo para mañana, y no para después. El reto más grande, tal vez como ciudadanos responsables, es que el foco de atención no se diluya tan rápido, que las causas que nos apasionan no las dejemos y que este país, sea el país donde nada asombra porque hacemos mucho.