Ayer vi una noticia que me puso a pensar sobre las líneas que escribiría el día de hoy: Pablo Romero obtuvo una orden de excarcelación por medio de un Habeas Corpus. A este señor no se le acusa de corrupción propiamente, sino de secuestrar a Fernando Balda en el 2012, por orden del innombrable. Cuando leí la noticia me llamó la atención el hecho de que varios otros correistas estén libres pese a tener sentencias condenatorias en su contra. Coincide, precisamente, con las fechas en que el gobierno es atacado por el informe León de Troya y el anunciado juicio político.
Romero tiene una sentencia que lo condena a 9 años de prisión, pero ha cumplido solo 3 desde que fue extraditado desde España. Ahora tiene una boleta de libertad debido a un Habeas Corpus que se le concedió porque dice estar enfermo y el SNAI no le da médicos ni medicinas.
María de los Ángeles Duarte se fugó después de esconderse dos años en la embajada Argentina. La policía no se dio cuenta sino un día después, porque les llamó la atención que el lugar que le servía de escondite a la señora, no tenía movimiento.
Glas libre, bajo la tutela de un mecanismo legal denominado pre-libertad. Además un gran listado de prófugos refleja que los países más preferidos para evadir la justicia son México, Bélgica, Argentina, Bolivia y desde luego, Venezuela.
Todos los de la lista, involucrados en varios casos que se ligan exclusivamente con su abuso en el poder. Corrupción, tráfico de influencias, secuestro y más. Aunque también hay otros como Gabriela Rivadeneira que pidieron asilo político sin tener acusaciones en su contra. Será la conciencia la que le pidió ser precavida.
Después de pasar años en prisión, vivir en otros países, asilarse o meterse en embajadas, ninguno de los sentenciados pasa necesidades. Comen bien, viajan, les dan palestra política, tienen más de una casa, sus familias gozan de buena posición social y económica. En definitiva, viven mejor que el 80% de ecuatorianos.
Excepto por la boleta de excarcelación a favor de Glas, que está basada en beneficios establecidos en la ley, llama la atención de sobre manera que al actual gobierno se le escapen los delincuentes a los que tanto acusa. El presidente dice defender la patria, atacar a los corruptos y demás retórica que se queda en palabras. En la realidad lo que pasa es que permite la impunidad de Duarte. Los acusados que son objeto de su verborrea, salen campantes a las calles y gozan de los millones que les robaron a los pobres.
El gobierno, acomoda su discurso sin miedo a contradecirse. Presenta denuncias, luego las retira. En otros casos denuncia públicamente algo que promete denunciar en fiscalía, pero luego no lo hace. En el caso León de Troya defendió con capa y espada la honorabilidad de su cuñado, solo le faltó condecorarlo como lo hubiera hecho el innombrable. Ahora pide que fiscalía investigue todo y que caiga el que tenga que caer. Al mismo tiempo que el lodo le empieza a llegar al cuello al gobierno, coincide la fuga de la señora Duarte, que coincide, a su vez, con la tramitación del juicio político liderado por correistas en la Asamblea.
Por su parte, los Asambleístas no fiscalizan actos de corrupción, sino que buscan excusas para acabar con sus enemigos a través de la imputación de delitos, sean ciertos o no. En un país donde la viveza criolla es Ley, y la clase política se vende al mejor postor. En este país las coincidencias no existen.