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El Telégrafo
Pablo Salgado Jácome

El otro desastre: los informativos de TV

06 de mayo de 2016

El camino fácil de la televisión ha sido achacar a la Ley Orgánica de Comunicación su ineficiencia e incapacidad para reaccionar -a tiempo- ante el evento del pasado 16 de abril. El silencio -de más de dos horas- fue muy elocuente. Lo cierto es que los informativos de televisión, los fines de semana se dedican a ‘cubrir’ -con su reportero de turno- las únicas fuentes que permanecen abiertas: la Policía Nacional y la Cruz Roja.  

De ahí que los informativos del domingo están plagados de crónica roja. El contenido informativo son los accidentes de tránsito, los muertos y los heridos de fin de semana. Así es desde mucho antes de que existiera la Ley de Comunicación.

En fin de semana, los informativos de televisión son incapaces de generar noticias propias que les permita, incluso, producir un informativo los días sábados, por ejemplo, como sucede en la mayoría de países.  

Tampoco son capaces de aprovechar para -al menos en el fin de semana- proponer un espacio de noticias diferente, inclusivo, plural. Con temas que a diario son excluidos de la agenda informativa, y pueden resultar no solo novedosos y atractivos, sino que pueden visibilizar el Ecuador real, diverso, innovador, creativo. Y asumir que también lo positivo puede -y debe- ser noticia. Pero no, los fines de semana son crónica roja dura y pura.

Lo cierto es que ese silencio televisivo luego del sismo  fue cubierto por las redes sociales, y por dos estaciones de radio públicas: Pichincha Universal y Radio Pública de Ecuador. Pichincha Universal a las 19:15 estaba ya al aire informando del sismo. Su director, Washington Yépez, tuvo la lucidez para percibir la dimensión del sismo y la necesidad de informar de modo inmediato. Y adoptó otra medida clave: abrió los micrófonos para el ejercicio de ciudadanía. Así, cada ciudadano se convirtió en un reportero que informaba -en tiempo real- lo que sucedía en el barrio, en la ciudad, en el país y en las zonas del desastre.     

Así, mientras se esperaba un pronunciamiento oficial -tardío y confuso-, ya la radio estaba relatando en vivo las consecuencias del sismo. Y no solo eso, sino también realizando recomendaciones a quienes sufrieron daños en sus hogares y simplemente no sabían cómo actuar. Pero además servía de fuente informativa a las propias instituciones de socorro; los bomberos, la empresa eléctrica, etc.

El sismo -sin duda- develó la escasa preparación para responder informativamente ante los siniestros de esta magnitud. Y también -y hay que decirlo- reveló la ausencia de protocolos que deben activarse, de modo inmediato y efectivo, desde la Secom y el Sistema Nacional de Información.

De la misma forma que debemos reconsiderar seriamente los sistemas constructivos, debemos también reconsiderar los sistemas informativos, sobre todo de la televisión. La cobertura que se realizó -con excepciones, obviamente- en los días posteriores en la zona del desastre fue -en general- una vergüenza. Una mezcla de farándula lloriqueante con amarillismo.     

Coberturas y contenidos que los ecuatorianos no merecemos. (O)

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