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El Telégrafo

El otro cartero de Neruda

20 de agosto de 2011

Una escena memorable sucede cuando el poeta Pablo Neruda increpa al cartero, quien hizo pasar unos poemas a su amada como si fueran suyos. Ante la reprimenda, el cartero responde: “La poesía no es de quien la escribe, sino de quien la necesita”. Uno de los poemas dice: Desnuda eres tan simple como una de tus manos, / Lisa, terrestre, mínima, redonda, transparente, / … Desnuda eres azul como la noche en Cuba…

En Ardiente Paciencia, de Antonio Skármeta, la viuda increpa airadamente al poeta chileno porque el mentado cartero se ha insolentado con su sobrina de apenas dieciséis años. -¿Qué le ha dicho? La viuda escupió entre los dientes: Metáforas. El poeta tragó saliva. -¿Y? -¡Que con las metáforas; pues don Pablo, tiene a mi hija más caliente que una termita!

¿Cómo se inspiró el autor? En el prólogo, el autor cuenta que trabaja en un periódico de quinta categoría cuando se le acercó su jefe para proponerle que viajara hasta Isla Negra y escribiera una crónica en torno a la “geografía erótica del poeta Pablo Neruda”.

En buenas cuentas, y en chileno, hacerle hablar del modo más gráfico posible sobre las mujeres que se había tirado, relata con su humor Skármeta. Como Neruda era fiel a Matilde, no encontró tal reportaje, pero sí la historia de Mario Jiménez, desaparecido por la dictadura de Pinochet.

En el nuevo libro Los días del arcoíris, Skármeta sigue la trama y el trauma de una dictadura que no solamente desapareció a sus propios ciudadanos sino que vendió al mundo un supuesto sueño de progreso en nombre del porvenir (según datos recientes, el 20 por ciento de los chilenos tiene sueldos como en Noruega; el 60 por ciento como Angola, amén de la crisis educativa).

El protagonista, Nico, asiste a una utopía: devolver con colores el espanto de una ciudad gris. Es, en definitiva, la historia de la campaña por el No, a cargo de los más disparatados intentos de convocar a la esperanza. Obviamente, no contaré más para no amargar al resignado lector. Un consejo, únicamente después de leerla hay que acceder a los videos de ese personaje que es Florcita Motuda, presente en este libro escrito sin aspavientos y laureado con el premio Casa América 2011.

Dos ocasiones conocí, de lejos, a Skármeta. La primera en Bogotá. Allí dijo que el secreto de su narrativa es poner en tensión a sus personajes ante un hecho imprevisible como un terremoto o una dictadura. La otra vez, en Quito, el poeta que lo presentaba se alargó tanto que Skármeta, molesto como todos, solo alcanzó a balbucear que como todo se dijo no tenía más que decir. Y, claro, se fue.

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