Es muy complicado que El Nacional consiga algo importante en la presente temporada. Es cierto que hay que luchar hasta el último, sin embargo, las limitaciones son más reales que cualquier sueño optimista de sus hinchas.
Seguramente será otro año para olvidar, otra temporada de frustraciones para un equipo que siempre fue protagonista y que junto a Barcelona mantiene el récord de más títulos logrados (13).
No quiero, ni es mi oficio defender a nadie, pero buscando ser objetivo en mi criterio, considero que no todo es responsabilidad del actual directorio. Es cierto que han existido equivocaciones y errores, se manifiesta que el equipo en su conformación no es de los mejores, que no es consecuente con la rica historia de los “criollos”, que falta jerarquía, que no hubo asesoramiento y conocimiento.
Todas estas opiniones en su mayoría vertidas por una hinchada molesta y dolida son respetables, sin embargo, lo que nadie puede reprochar a este directorio, que en menos de un mes termina sus funciones, es trabajo y dedicación con las consabidas limitaciones económicas, que han incidido directamente con la estructuración del equipo y la falta de resultados.
El fútbol, ¡¡¡qué hermoso es el fútbol!!!, tantas alegrías y pasiones, pero lamentablemente también ingrato y cuando los objetivos no se cumplen alguien debe ser el culpable, el presidente Ángel Zarzosa frontalmente le ha puesto el pecho a las balas, sin rehuir a su responsabilidad.
Todos sabemos que los problemas de El Nacional no son de ahora, esto se veía venir desde hace algunos años. Tampoco se puede atribuir como una razón de peso el que ya no haya obligatoriedad de aportar o de descontar de los roles de pago dinero a todos los miembros de las Fuerzas Armadas y que hoy el aporte sea voluntario, según los propios dirigentes esta resolución no ha causado repercusiones económicas que no se pueda solventar. Los problemas vienen desde hace algunas temporadas, no hubo nadie quien afronte o quien admita una realidad, y ahora las consecuencias están a la vista y sobre todo en la hinchada que reclama cambios.
Los años dorados quedaron atrás, con melancolía se recuerda los tricampeonatos de mediados de los setenta y comienzos de los ochenta. ¡¡¡Qué épocas aquellas!!! Contaba con los mejores jugadores del país, era la base de la selección, en definitiva; eran otros tiempos. El fútbol evolucionó y El Nacional se “durmió en los laureles”, creyó que con las viejas estructuras alcanzaba para seguir sumando éxitos, nadie fue capaz de mirar un poquito más allá.
No hubo políticas para realizar los recambios en todos los niveles; estatutos caducos que han estancado a la institución, enfrentamientos entre directivos, proyectos que se abortaron sin respeto a los procesos, acusaciones y denuncias que han perjudicado la imagen del club.
El cuadro “militar” se atascó en el tiempo y se perdió en el espacio, sin capacidad de gestión y manejo de un sistema de marketing que le permita aprovechar su exitosa, brillante y envidiable trayectoria, para conseguir recursos económicos que en el fútbol-empresa de hoy, son fundamentales para competir con posibilidades reales con aquellos que sí planificaron y se han proyectado para el futuro.
El Nacional, la gloria del fútbol, requiere urgentemente de cambios profundos y radicales, para volver a ser la “máquina gris” y poder reverdecer los años de triunfos y vueltas olímpicas que hoy se añoran con la nostalgia de un pasado pletórico de alegrías y satisfacciones.
En treinta días más, El Nacional tendrá un nuevo directorio, al parecer, el Comando de las Fuerzas Armadas ya tomó una decisión sobre a quién le entregará la responsabilidad de conducir a la institución en los próximos años.
Considero que si no hay cambios importantes en la mentalidad y en las estructuras, la historia lamentablemente para la hinchada “criolla” se repetirá, los desengaños y fracasos continuarán.
No es cuestión de nombres, no es tan simple como cambiar un directorio para que los títulos y las vueltas olímpicas se vistan otra vez de “rojo”. Renovarse o morir, El Nacional requiere de una reingeniería, necesita reinventarse para proyectarse a un futuro de éxitos, de esos que hasta hace poco fueron patrimonio de los “puros criollos”.