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El Telégrafo
Efrén Guerrero

El mundo según el rock and roll: The Doomed

12 de noviembre de 2024

Este fin de año es de vértigo. Creo que estamos en una de esas circunstancias liminales donde todo se une, se conecta y se transforma en un leviatán que lo cambia todo. La crisis de seguridad, económica, migratoria y existencial ha añadido un nuevo capítulo: el de la electricidad, el agua y la supervivencia. Nuestra civilización se sostiene en los vatios y, en Ecuador, en la energía hidroeléctrica. Ya se han escrito ríos de tinta sobre el tema, y cada uno tiene su propia lista de responsables, pero el asunto es simple: esto es un desastre.

El Antropoceno llegó y cambiará nuestra vida. Esto que estamos viviendo es que no es un episodio aislado. Este será nuestro futuro. Tendremos inviernos cada vez más cortos y extremos, temperaturas más altas, menos agua y eventos de parálisis social más complejos. Ninguna medida será suficiente para solucionar el problema de forma permanente.

Mientras tanto, esta crisis es también emocional. Estamos rotos, pensando en qué tipo de futuro nos espera en esta situación. ¿Cómo vamos a vivir sin luz, sin seguridad, sin economía o futuro? ¿Qué vamos a dejar a nuestros hijos en el inicio de una era de la Tierra en la que todas las actividades humanas alteran los equilibrios de la dinámica biológica? ¿Realmente vale la pena?

En este contexto, creo que la clase política está sobreestimando la capacidad de resistencia de los ecuatorianos. A veces pienso que nos ven como seres de goma, capaces de resistir cualquier golpe y volver a nuestra forma original, como esos muñecos que en la infancia llamábamos “porfiados”: los golpeábamos y regresaban a su posición inicial. Sin embargo, siento que estamos alcanzando el límite de nuestras posibilidades emocionales ante un país que nos consume y nos expulsa, donde las élites están dispuestas a todo, menos a hacer algo por nuestra felicidad y supervivencia. Ahora que se acercan las elecciones, la reflexión va mucho más allá de pedir más seguridad o más energía; se trata de “salir de todo esto” y “sanar nuestras heridas”.

Debemos estar listos para escuchar la verdad. Admiramos a quienes tienen poder, riqueza y fama, mientras ignoramos a quienes se preocupan, ayudan y aman. Dejemos de lado la idea suicida de que decir frases genéricas y vacías sobre la felicidad nos ayudará en los momentos difíciles. A veces, lo que necesitamos es solo honestidad, que alguien reconozca lo rota que está la vida.

Yo encontré esa honestidad en A Perfect Circle y su canción The Doomed. Ese es el canto de estos tiempos, de brújulas desorientadas. En el mundo en que vivimos, a nadie le importan los piadosos, los pacíficos y los misericordiosos. Hoy en día, la palabra es muerte y ausencia de luz. Están condenados los pobres, los pacíficos, los mansos y los misericordiosos, porque la nueva bienaventuranza proclama: al diablo con los condenados, estás solo.

Tal vez eso es lo que debemos hacer: resistir la tormenta. Crean en el rock and roll. Nos vemos pronto

 

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