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El Telégrafo
Efrén Guerrero

El mundo según el rock and roll: sobre viejos y nuevos venenos

22 de septiembre de 2023

Toda civilización tiene su sustancia prohibida; un misterioso brebaje con perturbadores efectos, cuyo consumo es castigado duramente pero cuyo valor en los recovecos del mercado internacional lo hace atractivo para personas, corporaciones y Estados. Genera guerras y conflictos, negociaciones encima y debajo de la mesa, y reconfigura el des(orden) mundial.

Las drogas, en su amplitud, son las reinas de estas sustancias. Entre 1839 y 1860, hubo un conflicto casi mundial sobre el tema. Mientras Ecuador se asomaba tímidamente como una novel nación frente al mundo, los imperios chino y británico no se involucraron en una, sino en dos Guerras del Opio, basadas en el contrabando hacia Occidente de ese compuesto de sustancias extraídas de la flor de la adormidera. Para 1860, y como consecuencia directa de ese conflicto, China cedió a los ingleses las posiciones de la península de Kowloon, cerca de Hong Kong, y aumentó la producción de opio a niveles estratosféricos.

En los años setenta del siglo XX, el presidente Nixon inició una "guerra contra las drogas" que dura hasta hoy, y sustancias como la cocaína son un azote para la seguridad, la democracia y la estabilidad económica de varias naciones, incluyendo a Ecuador.

Sin embargo, el comercio continúa, y al parecer, están apareciendo sustancias nuevas. En las redes sociales, se ven perturbadoras imágenes de barrios enteros en Estados Unidos con personas atrapadas en una ensoñación que las hace parecer maniquíes contrahechos, completamente disociados de la realidad. Las fuentes señalan al Fentanilo, un poderoso opiáceo sintético para cuidados paliativos, usado en pacientes en las últimas etapas de cáncer.

Esta sustancia no necesita recorrer miles de kilómetros, ni grandes estructuras en países del Sur Global. Se produce en laboratorios modestos en países de consumo, sin los riesgos de plantar, cosechar o transportar algo. Es lucrativa y totalmente peligrosa. Según las autoridades de medio Occidente, es la amenaza más importante para la salud pública después de la pandemia del Covid-19, llegando al punto de afectar la esperanza de vida y la mortalidad en personas de entre 35 y 44 años en los Estados Unidos.

Y cortesía de esta tragedia global, ya cayó uno de los mejores. Les quiero contar sobre un músico superior, de esos por los que puedo decir que estoy agradecido de haber compartido el mismo plano terrenal. Prince Rogers Nelson, conocido simplemente como Prince, fue probablemente el músico más completo de su generación. Y eso que creció en los ochenta, época bendecida con la primera oleada de virtuosos de la guitarra. Ese niño de Minneapolis hizo que los ochenta fueran suyos. La loca energía de Prince & The Revolution era un muro indestructible. Como niño prodigio, podía grabar un disco solo con todos los instrumentos, lanzarse a giras interminables, llenando estadios y, al mismo tiempo, tocar madrugadas completas en clubes pequeños de jazz y blues. Hizo la música para himnos generacionales: "Nothing compares 2 u" de Sinnead O´Connor o "Manic Monday" de The Bangles llevan su firma como letrista y compositor.

Podía hacerlo todo. El mundo era suyo. Hay una entrevista apócrifa a Clapton en la que le preguntaban: "¿Qué se siente al ser el mejor guitarrista vivo?" Y Clapton contestaba: "No lo sé, pregúntale a Prince". Aunque es falsa, Prince superó a Clapton. Escuchen una grabación del año 2004 del Rock and Roll Hall of Fame, en la que Tom Petty, Jeff Lynne, Steve Winwood y Dhani Harrison (hijo de George) graban un hermoso cover de "While My Guitar Gently Weeps". A los tres minutos y medio, Prince debe hacer el solo y decide, así, solito, hacer historia. Búsquenlo en la red. Me lo agradecerán.

Todo eso se acabó, por el fentanilo. El 21 de abril de 2016, una gran multitud cantó "Purple Rain" en Minneapolis en honor a Prince, quien había fallecido a los 57 años. A comienzos de 2018 se dio a conocer que la causa fue un "nivel excesivo" de Fentanilo. Como tantos otros, la evasión de la realidad destruyó una vida y una luz para miles de personas. Como muchos, terminan siendo daños colaterales de estructuras vastas y complejas. Como tantos otros, todo se fractura a nivel personal por una serie de malas decisiones.

En resumen, la sociedad ha estado entrelazado con las sustancias prohibidas a lo largo de la historia, desde las Guerras del Opio hasta el surgimiento del Fentanilo como una amenaza global. A través de estos vaivenes, recordamos a músicos legendarios como Prince, cuya genialidad y talento dejaron una huella imborrable en la música, pero cuya vida se apagó trágicamente debido a las trampas de las sustancias prohibidas. El legado de Prince perdura como un recordatorio de los peligros y desafíos que enfrentamos en un mundo donde viejos y nuevos venenos continúan acechando.

 

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