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El Telégrafo
Efrén Guerrero

El mundo según el rock and roll: seguir en el camino

17 de septiembre de 2024

Estas últimas semanas tenemos un par de buenas fábulas para compartir. La primera es la de dos hermanos de Manchester, Liam y Noel Gallagher, que habían formado a finales de los noventa, la banda más cool del mundo en su época: Oasis. Con un sonido auténtico, que rescataba a The Beatles, The Who, The Stone Roses y The Smiths, generaron superéxitos, llenaron estadios y se volvieron el estandarte de una manera de hacer música que era universal y, al mismo tiempo, profundamente británica. ¿Cómo no querer a dos tipos que podías encontrar tomando una cerveza y, con la misma desfachatez, cantarte himnos como Don't Look Back in Anger y Champagne Supernova? Se separaron el 28 de agosto de 2009, después de una terrible pelea en París. Veinticinco años después, y en medio de la alegría de los fans, hay fotos de los hermanos riendo y dispuestos a tomar el mundo por asalto, con una gira que se nota de fanfarria y celebración de lo que fueron y, al mismo tiempo, de lo que fuimos nosotros, que crecimos escuchándolos.

Al otro lado del mar, otra historia de resiliencia: Emily Armstrong decide hacer lo imposible, se pone en los zapatos de un titán llamado Chester Bennington, y salta al escenario con Mike Shinoda, un americano japonés que, junto con Chester, generó el sonido único de Linkin Park, una mezcla de metal, industrial, música electrónica y una extraordinaria sensibilidad pop. El anuncio vino acompañado de un nuevo sencillo, The Emptiness Machine, primer lanzamiento de música nueva de la banda en siete años, y la pista principal de un próximo álbum titulado From Zero. La banda se separó después del suicidio de Bennington, el 20 de julio de 2017. Su muerte fue un trágico suceso que conmocionó al mundo de la música, puesto que su sonido y su voz dieron a muchísimas personas capacidad de enfrentar la vida con una banda sonora y una emocionalidad que no podían expresar por sí mismos.

Dos “voces de su generación” que deciden enfrentarse al mundo de hoy. Me enternece de verdad pensar que muchas personas han tenido un momento de gracia y que el mundo es un poco más luminoso gracias a los Gallagher o a la vuelta de Linkin Park. La música es la última cosa que, en un mundo fracturado, nos une. Nuestra capacidad de amar, de ser y de entender la vida está atada a nuestra sensibilidad por la melodía y el ritmo. Que la resiliencia de la música no nos falte y creamos en el rock and roll. Nos leemos pronto.

 

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