Esta semana el mundo cambió, y mucho. La muerte de su majestad la Reina Isabel II rompe los lazos del Siglo XX con nuestro extraño y distópico Siglo XXI. Al fin y al cabo fue la monarca más conocida en un mundo donde el republicanismo y la democracia campean y la idea de que los lazos de sangre definan quién es el Jefe de Estado parece un rareza.
Pero en el Reino Unido es una rareza que funciona. La idea que tengas una cabeza de Estado durante décadas, a pesar de los cambios, la política, y los desgarros constantes de la sociedad, les ha dado a los ingleses un sentido de tranquilidad insospechada. La Reina fue eso: una presencia disciplinada, silenciosa y ejemplar. Desde las postrimerías del Tratado de Versalles a la Guerra en Ucrania, y desde el Código Morse a TikTok, Isabel Alexandra Mary Windsor gobernó de forma sobria y funcional a Gran Bretaña – y 15 países adicionales y con una relación estrecha con los 54 de la Commonwealth, aportando a su paso, la continuidad de una potencia internacional.
Ahora, el futuro está por escribirse y se antoja incierto. La monarquía inglesa goza de un poder paradiplomático único en el mundo. Su capacidad de escuchar y decir cosas a todos quienes tienen poder fáctico en el mundo la vuelve un actor a observar. Probablemente la Santa Sede el único espacio en Occidente que goza de esas capacidades. Esa mezcla de poder suave, influencia cultural, y fascinación que provoca en nosotros los reinados, hará que la nueva generación de reyes siga existiendo y sea parte transversal en el panorama político internacional.
En ese contexto hemos visto la pompa y las circunstancias del ascenso al trono de Carlos III, Rey del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y soberano de los Reinos de la Mancomunidad de Naciones. Es un momento de transición muy curioso. A sus 74 años, el momento en que el destino toca a la puerta le ha llegado dentro de un contexto muy particular. Los que somos hijos de los 90, recordamos escenarios de la prensa del corazón y sonrojantes titulares relacionados con su sonado divorcio con Diana de Gales. En redes sociales se notó durante estos días a muchos alrededor del mundo con una espina clavada al ver a Camila Parker, que para ellos es la tercera en discordia, en el papel de Reina Consorte. Qué les diré yo sobre eso último… uno que ha visto las siete temporadas de Game of Thrones y tuvo un par de buenos libros de Historia Universal, sabe que los monarcas suelen ser gente más normal y menos angelical de lo que nuestros sueños creen.
Al final del día, Cronos le gana a Tánatos y habrá que acostumbrarnos a un nuevo Rey. Eso sí, a los ingleses el voto de confianza después de los sismos políticos que han tenido estos últimos años (crisis económicas, la presencia rocambolesca de Boris Johnson, la pandemia y la Guerra en Ucrania), dependerá de la actitud y la nueva puesta en escena que haga Carlos.
A todo esto, al rock and roll le encanta hablar de reyes y reinas. De hecho, tiene toda una saga de metaleros que cantan sobre reyes e historias medievales. Pero creo que no explica los acontecimientos recientes de la mejor manera. Podría utilizar a Rush y su A Farewell to the Kings (Mercury, 1977), que habla de cómo la leyenda de los reyes se ha construido a través de sangre a través del tiempo. Pero ese es el camino sencillo. Sólo hay una banda que puede explicar esto: el punk pura sangre 100% inglés de los Sex Pistols.
Corría el año 1977 y Steve Jones, Glen Matlock, Paul Cook y Johnny Rotten decidieron romper todo y enfrentarse a toda Inglaterra. God sabe the Queen (Virgin, 1977), se come el mundo y les dice a todos que el mañana es una pesadilla y que el país está vuelto añicos. Le dice a la Reina que la utiliza toda la clase política, y que No hay futuro en los sueños de Inglaterra. Cuenta la leyenda (no comprobada ni desmentida por la banda) que el single llegó al puesto dos en las listas de éxitos ingleses, pero que hubo presiones para que no llegue al número uno. ¿Habrá sido el uso de la influencia de ustedes saben quién? Nunca lo sabremos, pero esas contradicciones hacen que la Monarquía y sus situaciones sean tan apasionantes para todos.
Veremos qué sucede. Mientras tanto, desde esta pequeña trinchera en el Internet, muy buena suerte a los ingleses y God save the King. Nos vemos en 15 días.