Después de unas semanas muy complicadas en Ecuador y una vez que hemos “vuelto a la normalidad” (sólo Dios sabe que es eso en la patria equinoccial) podemos volvernos unos minutos a la escena internacional. Y allende nuestras fronteras, las cosas son mucho más difíciles de lo que parece.
De hecho, el Planeta está que arde. En toda Eurasia se están llegando a temperaturas límite como cortesía de una ola de calor inusitada. Todo esto es cortesía, ya demostrada hasta la saciedad por la comunidad científica, como cortesía de la emisión extensiva de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Eso repercutirá sobre todo en las naciones más pobres, que verán mermadas sus fuentes de alimentación, agua y suelo cultivable por la mayor ocurrencia de climas extremos y otros elementos sociopolíticos, como las crisis económicas y geopolíticas.
Y esos fenómenos no son de agoreros del desastre. Ya están aquí: tempranas olas de calor en España y Portugal que ya han cobrado víctimas y miles de hectáreas pasto de las llamas. Sequías y aludes en Italia. EEUU y Canadá en medio de temperaturas inusitadas. En marzo de 2022, mínimos históricos de hielo en la Antártida. Todo esto se cruza por amenazas de que las tensiones entre Rusia y Europa se trasladen a que se corte el suministro de gas en el invierno de este año, lo que puede reactivar el uso de carbón, o retroceder el cambio hacia energías renovables.
Mientras tanto, Ecuador uno de los países más diversos y ricos en diversidad biológica del planeta, con mejores condiciones agrícolas y con una variedad de posibilidades de supervivencia, seguimos con problemas de la preindustrialización, preocupándonos por nuestra casi obsesiva relación con el precio del barril del petróleo y cómo eso impacta en los combustibles. El tiempo se acaba, y hasta ahora, las políticas públicas que se suponen deberían asegurarnos seguridad en el acceso a estos recursos no se han concretado.
Todo esto se puede entender a la luz de la mejor banda de metal del mundo en la opinión de quien suscribe: Gojira. Los hermanos Duplantier, nacidos en la Bretaña francesa, han logrado construir un metal distinto, que habla de profundos temas universales a la luz de los sonidos más abrasivos que de Europa. Hay dos canciones que quisiera que les presten atención. Global Warming, que aparece en From Mars To Sirius (2005, Listeneable Records|), pone alto y claro el desafío más importante de nuestro tiempo: Cómo crecer como especie sin ser un parásito de nuestro planeta, el único hogar que tenemos. El tema serpentea en una línea de tapping eterna que se vuelve opresiva y emocional.
El segundo tema que valdría la pena escuchar sobre este tema es Amazonia, aparecido en su último disco Fortitude , un tema nacido desde los incendios de la Amazonía de aquel lejano 2019. Hay una inocencia tan infantil en esas voces ásperas que suenan como una súplica desesperada de todas las cosas buenas de este mundo que deben preservarse y protegerse.
Ambas canciones ilustran este verano del pre-apocalipsis. Estamos a un paso de elecciones seccionales y la protección ambiental debería ser el centro de la administración de los gobiernos autónomos. Los alcaldes de las grandes ciudades deben prepararse para una crisis de sobrevivencia. El verano del Antropoceno, violento, desigual y aplastante puede ser solo la antesala del invierno. Y del Hambre. Algo debe movernos a un cambio, tener ese sueño de un planeta sobreviviendo, de un compromiso de destino compartido de la comunidad internacional para simplemente no perecer. Tener al menos fé de ver a nuestros hijos crecer. Ahora no lo sé y depende de todos intentar llegar a ese cambio.
Creo que no hay mejor esperanza que la de un futuro mejor. Pero eso depende un presente de mucho trabajo. Y respecto al clima, el reloj está en nuestra contra. Nos vemos en 15 días.