Vivo a pocos cientos de metros del el Parque del Arbolito, zona cero de la acción directa política del Ecuador desde tiempos inmemoriales, y tradicional campo de batalla entre cualquier reclamante y las fuerzas del orden. He pasado, junto con mis vecinos, dieciocho días de incertidumbre, amplificada por redes sociales que repetían sin cesar una espiral de violencia incontenible entre ciudadanos.
Hemos visto a familias fracturarse, gente separada por una manera de pensar supuestamente contraria a la del prójimo. Hemos sido testigos de destrucción de propiedad, atentado a bienes públicos, y privados excesos, racismos y clasismos varios. Y en medio de eso una grieta en la que se caen nuestros intentos repetidos desde 1830 de tener un Estado coherente y una Administración Pública eficiente y de la que surgen los peores enemigos para nuestra continuidad como sociedad.
Es una historia en la que no existe una moraleja coherente. Solo vacío. Lo que si nos dimos cuenta de que esta vez estuvimos muy cerca de algo muy grave, de lo que no conocemos sus alcances ni sabremos como enfrentarlo si vuelve a aparecer. Es algo parecido a la depresión: una sensación indefinible de fracaso y de ausencia, sólo que corregida y aumentada a nivel de ver a tu tierra vuelta un erial, y tus prójimos vueltos enemigos irreconciliables. Todo esto deja marcas en el tejido social, de la que nos tenemos que hacer cargo, y tal vez nos lleve años construir un modelo de relaciones a partir de los jirones que nos dejan estos años. Nos hemos hecho daño y hay que sanar esas heridas. De toda la sociedad depende y el tiempo es corto.
Hay una canción y un video que puede definir la sensación que yo encuentro en Ecuador, y es Hurt, de Johnny Cash, que aparece en el monumental American IV: The Man Comes Around , producido por Rick Rubin. La historia de esa grabación es de una trágica épica. Cash, la legendaria y septuagenaria estrella del country se encontraba bastante enfermo después de una vida de múltiples desengaños y accedió a hacer discos con Rubin consciente de que su muerte estaba a la vuelta de la esquina. En vez de grabar canciones propias, se dedicó a hacer oscuros e intimistas versiones de canciones conocidas de artistas exitosos. Esa decisión contrafáctica construyó cinco discos que son una especie de evangelio de una América profunda y oscura.
Originalmente, Hurt fue grabada por Trent Reznor y los Nine Inch Nails en su placa fundamental The Downward Spiral (Nothing, 1995). Es una poderosa canción sobre el como el trauma puede volverse el relato principal de la existencia y las consecuencias que tiene alrededor de todo lo que una persona ama, sí como la destrucción de todo aquello importante: ¿En qué me he convertido? Todos lo que conozco desaparecen, al final. La versión de Cash resonó tan profundamente entre los oyentes en gran parte debido a la vulnerabilidad en la interpretación de la canción. Se escucha un humano atormentado, que construyó un "imperio de suciedad" y valoró todas las cosas equivocadas. Ahora siente que no tiene nada más que dolor: "Me concentro en el dolor, lo único que es real".
Escuchar esto en medio de esta vorágine emocional que llamamos Ecuador es una llamada de atención desesperada a nuestras capacidades de construir algo parecido a una sociedad civilizada. Es un compromiso que debemos hacer, más allá de las banderas y ridículas ideologías que nos separan, por un simple sentido de sobrevivencia. Todas las posesiones materiales, el precio de la gasolina o el del aceite no tienen sentido a menos que tengas gente con quien compartir tus riquezas. Nada se puede compartir si decidimos hacernos daño los unos a los otros. El país se nos está muriendo entre las manos y pareciera que poco queremos hacer al respecto.
Pero, aunque no lo crean, tengo algo de esperanza: como dice Cash hay una posibilidad, esa que cuenta en el verso final: si pudiéramos empezar de nuevo, a un millón de millas de aquí, nos cuidaríamos. Encontraríamos una manera. Se los suplico. Debe existir una manera, y solamente con un esfuerzo colectivo, podremos salir de este atolladero.